Un enlace gallego en el Karar confiesa todo en el juicio: «O meu traballo era contar os fardos, 72 a babor e 82 a estribor»

E. V. Pita VIGO

VIGO CIUDAD

Los acusados, en el juicio por el alijo del Karar.
Los acusados, en el juicio por el alijo del Karar. Oscar Vázquez

El funcionario de Aduanas acusado de filtrar la redada se defiende en el juicio: «Mis ingresos vienen del vino, la construcción y la venta de un solar» y, en una grabación, una voz identificada como la de Santórum,  presume de «tocar» a altos mandos antidroga

24 abr 2024 . Actualizado a las 23:58 h.

El juicio por el alijo de 3,8 toneladas de cocaína del barco Karar en abril del 2020 ha continuado esta mañana en la macrosala de la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, en Vigo. En una grabación se escucha a dos lancheros barajar cuatro nombres de jefes antidroga para «tocarlos» en vísperas del transporte de la droga. En la cita, una voz identificada como la del supuesto cabecilla Juan Carlos Santórum, presume de «tocar» a los mandos policiales, incluido uno al que apodan «el Bigotes».

Hoy por la noche está previsto que los tripulantes nepalíes que están en prisión queden en libertad tras pasar cuatro años recluidos.

En la jornada de esta mañana declararon once acusados de la organización de tierra del Karar, incluido un funcionario de Aduanas sospechoso de filtrar información a los lancheros. La mayoría de los acusados de la red de tierra se acogió a su derecho a no declarar o hacerlo al final del juicio y solo cuatro accedieron a ser interrogados, aunque exclusivamente por sus respectivos abogados. Un quinto, el enlace gallego que iba a bordo del Karar, se declaró culpable.

Los que declararon fueron el funcionario de Aduanas y su esposa, un cantero con adición a las drogas y un sudamericano residente en Leganés que vende coches usados. Todos se declararon inocentes.

El albañil, I.C., explicó que en aquella época consumía cuatro gramos de cocaína y uno de heroína al día y admitió que «yo estaba muy perdido». Negó tener la llave de un galpón ni saber lo que era una coordenada. Conocía a algunos acusados «de toda la vida, de pedirles dinero, siempre me trataron bien». Asegura que en sus peores tiempos «dormía en un coche, me fui a un narcopiso, fumé y se me paró el corazón, me trasladaron en coma al hospital, estuve a punto de morir y me ingresaron en un psiquiátrico». Insistió: «Soy totalmente inocente».

El segundo acusado que declaró a su abogado, R.R.R., lo negó todo. Dijo que vivía con su mujer en Leganés, que se dedicaba a la venta de coches usados y negó tener un teléfono satelital ni conocer teléfonos de Portugal.

El tercero que aceptó declarar fue Pablo S.V., un funcionario de Aduanas de Vilagarcía, actualmente suspendido de servicio por este juicio, que trabajaba como marinero en una patrullera aunque dijo que tenía más ingresos procedentes de negocios privados con la explotación de viñedos y la elaboración de vinos y aguardientes, la construcción y la venta de un solar en Sanxenxo por 300.000 euros y por el que percibió otra cuantía similar en negro. Sospechan que él filtró información pero se defendió: «En la patrullera soy el último de la embarcación, estoy a las órdenes del patrón, no sabemos a dónde vamos ni nadie le pide explicaciones al jefe». Negó tener acceso a las bases de datos porque no está autorizado. Ademas recalcó que antes de la pandemia estaba de baja y luego estuvo confinado hasta que le encargaron embarcar para una misión o servicio excepcional en mayo del 2020. «Hubo operaciones en marzo que ni me avisaron», dijo el acusado. Negó tener contacto con determinados «personajes» de la causa.

Durante la vista se oyeron unas grabaciones donde dos lancheros repasan la lista de varios jefes gallegos antidroga porque están tanteando a quién «tocar». Uno dice: «Él sabe dónde tocar bien» y otro contesta: «Por lo menos que nos dejen correr». El funcionario acusado negó aparecer en las grabaciones: «Yo no soy ninguno de ellos, no salgo».

En cuarto lugar declaró su mujer que dijo que su marido tenía bienes privativos y ella no le pidió explicaciones de su origen. Respecto a un viaje a Madrid, en plena pandemia, afirmó que tenía que ir a un dermatólogo y que su esposo la llevó en coche.

Confesión

El enlace gallego y marinero J.M. Blanco Gestido se declaró culpable en el juicio. Viajó a Panamá en abril del 2020 porque en diciembre en España una persona que se negó a identificar («puede ser que yo lo conociese») porque no está encausado le ofreció un trabajo en el Karar. Al aterrizar en Panamá, lo fue a buscar al aeropuerto un contacto llamado Lama que lo llevó al hotel. Tras esperar tres días, ambos embarcaron con unos marineros de Bangladés en el Karar, fondeado en la bahía en Puerto Colón. Lama, un nepalí que vivía casado en Colombia, era el que daba las instrucciones a la tripulación y habló con alguien que decidió las fechas.

«O meu traballo era contar os fardos que entraban e saían: 72 en babor e 82 en estribor, 154, viñeron en dúas lanchas. Apunteino na pizarra do comedor do barco», contó el enlace en el juicio con la esperanza de que acabe su pesadilla. Asegura que el capitán y los tripulantes colaboraron en la carga y sabían todo. La persona que lo contrató en España le dio un papel con dos coordenadas.

Los fardos estaban en un compartimento estanco y Blanco se aseguró de que nadie los tocase. Metió en una tuerca un hilo para saber si alguien lo había abierto en su ausencia. «Se alguen abrira ese estanque, enteraríame. Foron dúas lanchas con tres tripulantes cada unha. Chamaban pola radio e Bosi era o encargado e chamaban: ¨Aquí Zeus, Zeus´, que era o Karar, e non soubo contestar porque falaban español. Cargaron cocaína e seguimos ruta a principios de abril».

A la altura de las Azores, recibió una llamada y Boxi anotó dos coordenadas y dijo: «OK». «Non nos entendíamos, el falaba inglés e eu español, todo era por señas. El sinalou a madrugada do 25 de abril», dijo. El abordaje fue muy rápido, «cando mirei a policía xa estaba encima e puxeron os fardos na cuberta».

Libertad para los nepalíes

La Audiencia dictó al terminar la sesión un auto de libertad para los tripulantes nepalíes detenidos a bordo del Karar al cumplirse el máximo de cuatro años en prisión provisional. Podrán salir de A Lama a partir de las siete de la tarde de hoy. Tienen la obligación de comparecer cada quince días en cualquier juzgado de España.

Según fuentes jurídicas estos reclusos no tienen dónde alojarse, su pasaporte ha sido retirado y carecen de teléfono móvil. Por motivos religiosos, han declinado la oferta de un alojamiento provisional que les ofreció A Lama con una institución católica.