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Las ganaderas ya no ordeñan como Heidi

Ana Balseiro
Ana Balseiro MADRID | LA VOZ

SOMOS AGRO

cedida

La consejera delegada del Grupo Lence, Carmen Lence, modera en la Casa de Galicia en Madrid el segundo Foro Activistas por un Futuro Rural, donde participaron Quiara Pardiñas, Luz Divina López, Elsa López y Carmen Taboada

20 mar 2024 . Actualizado a las 12:07 h.

«Las mujeres de entornos rurales, además de enfrentarse a la discriminación por su sexo, afrontan la desventaja generada por su entorno de residencia, que se traduce en limitadas oportunidades laborales, de formación, acceso a servicios y conectividad física y digital». Así esbozó la consejera delegada del Grupo Lence, Carmen Lence, el escenario en el que viven las ganaderas a las que dio voz el segundo Foro Activistas por un futuro rural _el primero que se celebra en fuera de la región, tras Silleda_, que tuvo lugar en la Casa de Galicia en Madrid. En el mismo, además de exponer sin paños calientes las dificultades con las que lidian a diario estas heroínas rurales, también pusieron rostro y voz a «lo mucho de bueno» que tiene.

Quiara Pardiñas, Luz Divina López, Elsa López y Carmen Taboada, ganaderas de Río de Galicia y participantes en la campaña Actitud Río: puro coraje, relataron en primera persona cómo es el día a día al frente de sus respectivas explotaciones lácteas y trataron de desmontar la imagen estereotipada que todavía persiste sobre su actividad. Porque, no, ya no van al establo a ordeñar una vaca, cubo en mano.   

En una mesa redonda en la que Lence actuó como moderadora, todas coincidieron en que ni se sentían discriminadas por ser mujeres ni tampoco estaban «atrasadas» por vivir en el campo. Para acabar con los tópicos señalaron una sola receta: educar. «Educar es lo primero, para cambiar el futuro y la visión que la gente tiene de la ganadería. Los medios de comunicación nos sacan con un cubo al lado de una vaca. Y no. Yo tengo la granja completamente robotizada. Puedo controlar desde el móvil cómo va el ordeño», explicó Carmen, asegurando que ella -vestida con pantalones negros y jersey amarillo- no iba ataviada de un modo muy diferente cuando trabaja en su explotación.

La suya es una ganadería familia, en A Estrada (Pontevedra), que ya va por la tercera generación. «Ha cambiado muchísimo, lógico. Pero lo que más me gusta de mi actividad es que tenemos muchísima libertad. En el confinamiento vivíamos como dios -relató, espontánea-. Trabajábamos, pero no nos cambió la vida. No echo en falta vivir en una ciudad grande como Madrid».

La de Quiara con la producción láctea es una historia de amor, literalmente, ya que se incorporó a su ganadería, en Láncara (Lugo), cuando se casó con el que hoy es su marido. «Tuve la suerte de enamorarme de mi marido, que era ganadero con sus padres, y ahora estamos echando raíces», relató, señalando a su hijo, Antón, sentado en primera fila, para el que deseó que también encuentre su sitio en el campo, donde «sabemos lo que comemos y nunca hemos estado encerrados entre cuatro paredes».

Su historia encuentra un espejo en la de Elsa, que se incorporó a la ganadería, ubicada en San Juan del Campo, cerca de Lugo capital, nueve años atrás, cuando se casó. Tiene dos hijas. «No es nada como antes. Hay nuevas tecnologías. No cambio mi vida por nada», aseguró.

 Tampoco Luz Divina renuncia a su modo de vivir: una explotación en Palas de Rei de la que se hizo cargo hace ya treinta años, por relevo generacional. «El campo necesita personas como Carmen Lence, que sepan ver el conjunto. Y ella nos necesita a nosotras, porque esto una carretera de doble sentido», resumió, haciendo referencia a la simbiosis -no siempre exenta de problemas- entre los ganaderos y la empresas lácteas.

Ante un auditorio que reunió a varios diputados gallegos -entre ellos, la exconselleira de Pesca, Rosa Quintana, o el viveirense Jaime de Olano-, Lence y las ganaderas establecieron un diálogo en el que diseccionaron los principales problemas a los que se enfrenta el campo y, en especial, las mujeres que lo han escogido como forma de vida. Porque quieren que también lo sea en el futuro para las generaciones que las sigan.

Garantizar la soberanía alimentaria

El empeño no es menor, ya que la ejecutiva láctea recordó que dos de cada tres personas que abandonan el rural son mujeres en edad fértil y eso tiene consecuencias «terribles» para toda la sociedad: «Sin niños, el rural no tiene futuro, y sin rural, perdemos nuestra soberanía alimentaria. Por lo tanto, las mujeres rurales son una pieza imprescindible para que sigamos teniendo alimentos frescos y de cercanía que llevarnos a la boca».

De hecho, a pesar de que su papel es clave, continúa siendo invisible. O casi. Un ejemplo del que echaron mano fue la tractorada que la víspera había tomado Madrid reclamando soluciones para el campo. «¿Dónde estaban las mujeres? Porque cualquiera que viera la concentración creería que solo hay hombres en el rural», señalaron. La respuesta está en el reparto de tareas que aún pesa: ellos, con el tractor; ellas, ocupándose de la casa y la familia, sin que eso signifique no hacerlo también del ganado o las siembras.

Y es que -relataron-, pese a ser muchas de ellas directoras delas explotaciones ganaderas, normalmente dedican más de su tiempo a tareas del hogar y la familia, delegando su representación en foros sectoriales a los hombres. Así lo refleja el Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo Agroalimentario Español, que señala que, aunque el 45 % de socios de cooperativas agroalimentarias son mujeres, los órganos de administración de estas cuentan solo con un 22 % de participación femenina. «Sin voz ni voto es complicado que las mujeres tengamos capacidad de influir para cambiar las cosas», apuntaron.

El último censo agrario del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondiente al 2020, recoge que de las casi un millón de explotaciones agrarias y ganaderas que hay en España, solo el 28,9 % tiene a mujeres como titulares, y ello pese a que hace más de una década que entró en vigor la ley de titularidad compartida de las explotaciones agrarias. Sin embargo, de las más de 30.000 explotaciones que hay en en España, solo algo más de 1.200 están en este régimen.

Por ello, concluyeron reclamando mayor visibilidad pública, libre de estereotipos caducos que solo se explican por el desconocimiento, así como más formación sobre el rural, tanto entre funcionarios  como entre los consumidores, que contribuya a valorar el tesoro de la soberanía alimentaria. Sin olvidarse, por supuesto, del fortalecimiento de los servicios básicos, desde conectividad a la red hasta el transporte o el ocio. Para que el campo siga siendo en el futuro un lugar en el que vivir y del que vivir.

El foro también contó con la participación del periodista Manuel Campo Vidal, que tras la bienvenida del director de la Casa de Galicia, Javier Vázquez, enmarcó el debate posterior con la ponencia titulada La ganadería, firme en el territorio rural.