Las películas de Patricia Ferreira que querían cambiar un poco el mundo

La Voz REDACCIÓN

CULTURA

Patricia Ferreira, directora de cine
Patricia Ferreira, directora de cine VÍTOR MEJUTO

La cineasta, autora de películas como «El alquimista impaciente» y «Señora de», ha fallecido a los 65 años

27 dic 2023 . Actualizado a las 16:25 h.

Una obra de arte —un libro, un cuadro, una película— no acabará con una guerra o con la hambruna. Pedírselo, además de irreal, es injusto. Pero sí puede cambiar —un poco— el mundo, en la medida en que también transforma —un poco— a las personas. A este tipo de cambios se refería la cineasta Patricia Ferreira: «Estoy en este oficio para intentar cambiar el mundo». Y matizaba, pese al pudor que le inspiraba la (supuesta) grandilocuencia de la declaración: «Lo que más me importa en la vida es la capacidad que tenemos los seres humanos de contribuir a cambiar un poco el mundo. Si mi posibilidad de expresión es a través del cine, quiero aprovecharla un poco para eso».

La directora, nacida en Madrid en 1958 en una familia de ascendencia gallega —«La familia de mi padre está repartida por varios pueblos de la zona de Cedeira. La verdadera patria es la infancia: son las raíces de mi padre y me han influido también a mí»— y fallecida ayer a causa de un tumor cerebral, propició con su trabajo esos cambios aparentemente pequeños pero de profundo calado. Sus películas hablaban de memoria y de olvido, de las aspiraciones y frustraciones, de las relaciones emocionales, las de los vínculos de sangre y las elecciones en la vida. Su mirada, en efecto, contribuyó a cambiar —a matizar, a revelar, a confirmar— la de otros a través del visionado.

Quizá el título que mejor avala este planteamiento es uno de sus documentales, Señora de, nacido en Galicia a instancias de la productora Carmen Iglesias Rábade y que se nutría de «historias cotidianas de mujeres silenciadas». Con testimonios recabados principalmente en Galicia y León, Ferreira partía de lo individual para formar un retrato colectivo, «el retrato de las mujeres sin protagonismo, de las mujeres de la vida cotidiana en esa época [el franquismo] en la que lo importante era que fueran amas de casa y que todos sus demás sueños, anhelos, deseos, quedaban frustrados». No era solo una mirada retrospectiva, sino que, apelando nuevamente a la capacidad transformadora, apelaba al presente y al futuro: «Parece mentira, pero todavía hay muchas mujeres que creen que si su marido o sus hijos no les dan permiso no pueden hablar».

Igualdad

Ese compromiso era inevitable que lo llevase también a lo que ocurre detrás de la cámara, a su ámbito profesional. «A las mujeres nos resulta más difícil ser directoras de cine por el simple hecho de que somos menos. Pero está claro que podemos serlo y que es necesario que, por fin, los lugares de poder en cualquier ámbito estén ocupados por mujeres», declaró a La Voz durante el rodaje en Galicia de El alquimista impaciente. «Dirigir una película es algo que implica poder y, aunque en teoría hombres y mujeres ya somos iguales, esa igualdad desaparece cuando está el poder por medio. Creo que la solución está en las leyes. La sociedad se convierte en igualitaria mediante iniciativas políticas», amplió años después con motivo de una visita docente al Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz.

Del mismo modo, defendía con un rigor nada reñido con el entusiasmo la necesidad y el derecho de contar historias desde una realidad propia, que, en su caso, tenía a Galicia en sus coordenadas. Pedía que el espejismo de los taquillazos españoles —cuando los hay— no desviase la atención sobre las necesidades y penurias de la industria patria: hizo gala de una finísima retranca cuando el estreno de El alquimista impaciente coincidió con una de las entregas de Star Wars. «La competencia es brutal, como lo es el colonialismo económico y cultural. Ser cineasta fuera de EE.UU. es como ser torero en Suecia».

Cuatro títulos de Patricia Ferreira

«Sé quién eres»: Indagación en la memoria

Su primer título era Los años borrados. Una psiquiatra se enamora de un paciente que sufre un tipo especial de amnesia. En su ópera prima, producida por Continental y de factura gallega, Ferreira abordaba lo que las sociedades eligen recordar u olvidar.

«El alquimista impaciente»: Lo extraordinario en lo normal

Adaptación de la novela de Lorenzo Silva: dos guardias civiles investiga una muerte en una central nuclear. Para Ferreira, la clave radicaba en alejarse de tópicos y retratar a gente normal que hace cosas extraordinarias.

«Señora de»: Las mujeres y el franquismo

Ferreira planteó un relato coral en el que diversas mujeres narraban sus vidas de renuncias (de todo tipo) durante el franquismo. Un mensaje que no se detenía en 1975, sino que proponía valiosas reflexiones para seguir avanzando en el camino de la igualdad.

«Para que no me olvides»: Retrato intergeneracional

Patricia Ferreira, durante el rodaje de «Para que no me olvides».
Patricia Ferreira, durante el rodaje de «Para que no me olvides». JOSE MANUEL CASAL

Abuelo, madre e hijo bajo el mismo techo. Un sutil retrato de las relaciones emocionales de tres generaciones distintas, que se enfrentan y tejen complicidades. Uno de los últimos trabajos del gran Fernando Fernán Gómez.