¿Acaso una galería no puede parecer una casa?

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

MOAÑA

XOAN CARLOS GIL

La artista canguesa Rosa Neutro abre un taller en Moaña, donde trabaja en su obra, expone y contribuye a crear tejido creativo en una localidad en la que escasean espacios para la producción

07 feb 2020 . Actualizado a las 15:10 h.

Antes de ser artista, o mejor dicho de ejercer como tal, Rosa Neutro (Cangas, 1980) ya tenía elegido el nombre de guerra con el que quería batallar en el sector. «Lo elegí sin pensar, intuitivamente, pero me parece que acerté. A pesar de que no soy para nada neutra, sino de extremos, o blanco o negro, y el rosa se asocia a femenino, no al neutro, me gusta la paradoja. El nombre a veces no te define, pero sí el juego sobre lo que proyectas y la contradicción me interesa», concluye. Por desgracia tardó bastante tiempo en usarlo, el que le llevó ir saltando de un trabajo a otro hasta poder dedicarse a lo que siempre había sentido que llevaba dentro y que tenía que volcar hacia afuera. Ahora, por fin, puede hacerlo y está feliz. «Echando la vista atrás, a mis 40 años me doy cuenta de que hasta hace cuatro, el único trabajo directamente relacionado con el arte a nivel profesional es el que tuve en Lab-In Gallery», reflexiona. Hasta ese período como coordinadora del centro de producción vigués, la creadora fue combinando empleos «alimenticios, algunos bastante precarios, de camarera y de lo que salía, incluso cuando hice la carrera de Bellas Artes, que la empecé ya tarde, con 27 años, pero nunca dejé el arte aparcado», explica.

Este año, además de no estacionar la máquina, decidió que se iba a dedicar solo a ello, como creadora, como profesora dando clases y talleres (el lunes empezó uno en Cangas) y como organizadora de exposiciones en el espacio taller que tiene en Moaña: «Y ya solo pensar en arte, algo que hasta ahora no ha podido ser», matiza.

Han sido una serie de circunstancias, no todas felices, las que la removieron por dentro y han confluido en ese objetivo largamente postergado. «Ser artista no es solo ser creativo para desarrollar tu obra, sino para adaptarse a los escollos que van a apareciendo. La mía no es puramente autobiográfica, pero es cierto que lo que me va pasando en la vida marca determinados pasos, por ejemplo cuando tuve a mi hija hace seis años, que crío yo sola, lo que me llevó a abordar proyectos de una manera más residencial, de estudio, con collages y fotomontajes a escala más pequeña», cuenta.

Espacio Neutro, que así llama a su taller que también es sala de exposiciones, no es un lugar al uso. Es una vivienda, una apariencia de hogar que no ha adaptado para que parezca una fría galería o un estudio, sino que lo ha dejado así, como un espacio natural de convivencia, pero solo para un uso artístico a su medida. Así, cuelga sus obras por las habitaciones, que es lo que hace la gente en sus casas.

Espacio Neutro nació en el escaparate de la librería en la que trabajó durante años. «Luego lo ubiqué en otro trabajo y ahora aquí, siempre está donde yo estoy», concluye. Actualmente, además de seguir con su obra de base fotográfica, está haciendo una serie con muebles recogidos de la calle, inspirados en piezas suyas. A Rosa Neutro también le interesa la idea de generar un tejido artístico en Moaña del que carece. Por eso en junio estrenará exposición con la artista coruñesa María Flaira, y en septiembre, el fruto de una residencia Susana Blasco que llevará a Vigo.

Un díptico de sus «Divas»

Rosa Neutro elige entre sus obras, como favorita, una pieza de opuestos, en la línea estética de su serie Divas del cine negro, trabajada sobre una imagen de Richard Avedon, una etérea con diente de león sobre el rostro de Audrey Hepburn y otra cuya parte pétrea hace referencia a la maternidad «como peso que se arrastra cuando somos madres y queremos seguir siendo creadoras, una metáfora sobre cómo se nos complica la vida y lo difícil que es hacer ambas cosas», explica.

Aunque su especialidad en Bellas Artes fue la escultura y antes estudió Diseño Gráfico en Ourense, siempre tuvo como base la fotografía. Luego desarrolló disciplinas como la pintura o la instalación o ahora trabajos en volumen, «pero no me considero fotógrafa, es parte del proceso, que tomo y transformo en otra cosa». La autora se confiesa incapaz de dedicarse a una sola cosa, le encanta la gestión cultural y recuerda con cariño su paso por la sala que tuvo en Pontevedra, Piso Dos. No se prodiga en exposiciones fuera de su entorno, pero la próxima será en mayo, en el Centro Cultural Marcos Valcárcel de Ourense. Para visitar su taller de Quintela (Moaña), mejor contactarla antes en redes.