Diez años grabando la vida de Aurora

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

AS NEVES

XOAN CARLOS GIL

La realizadora viguesa Area Erina estrena en el Festival de Málaga un documental sobre una vecina de As Neves y un modo de vida en vías de extinción

29 feb 2024 . Actualizado a las 00:54 h.

Aurora Álvarez Alonso es una mujer de 98 años de la parroquia de Taboexa, perteneciente al municipio de As Neves. Allí nació, creció y ha vivido siempre. En ese entorno y no mucho más lejos se ha desarrollado la existencia de una persona cuyo mundo sencillo y básico está físicamente a unos kilómetros de distancia de la ciudad y a años luz de los modos de vida actuales. Hasta allí llegó un día, hace ya 17 años, la realizadora viguesa Area Erina. Iba de visita a casa de unos familiares y empezó a entablar una relación con ella que ya no pudo dejar. «Me llamaba la atención su forma de ser y de vivir», reconoce la artista, que comenzó a sacar la cámara en esos encuentros iniciados en el 2007 y siguieron hasta el 2017. Todo aquello había quedado en un cajón hasta que no hace mucho, el actor Antonio Durán «Morris», del que es sobrina, supo de la existencia de esas grabaciones y la animó a sacarlas del arcón (en un cajón ya no cabían). Así fue como se gestó la película documental Aurora, producida por Gaita Filmes, que es su primer largo documental y ha sido seleccionado para el Festival de Málaga, donde se estrena este viernes, 1 de marzo.

El Boyhood (película de Linklater que rodó durante 12 años) vigués es un viaje antropológico al interior del sur gallego sin cribas que suavicen la dureza del rural y de modos de vida donde la comodidad ni se imagina ni se desea.

Area, que entonces se acercaba a treintena, se quedó impactada y consideró que «era digno y necesario» capturar su esencia en imágenes. «Yo en aquel momento estaba siempre con la cámara, grababa mucho, todo lo que me rodeaba», cuenta, así que, con más motivo, decidió plasmar lo que en Aurora se aprecia como «un modo de vida a punto de desaparecer, la relación que mantiene con su hábitat, la naturaleza, sus animales, unos ritmos que marcados por la salida y despedida del sol, que distan mucho de los que llevamos ahora», relata sobre esta casi centenaria fuerte, austera, de sabiduría ancestral y oralidad primaria que nunca supo leer ni escribir.

«Las grabaciones fueron hechas con los medios con los que yo disponía en esos años, no había una planificación previa ni idea de hacer un documental con un guion establecido, fue todo muy orgánico», asegura la directora sobre el filme nacido de una relación de amistad que va perfilando el retrato de la protagonista y a la vez, de la suya propia, ya que ante la cámara comparten vivencias y preocupaciones y van cambiando las circunstancias año a año, como la aparición de los hijos de la directora, que revolotean en algún fotograma. La anciana ya no está en la casa que sirvió de plató de decenas de encuentros. «Ahora vive con sus sobrinas no muy lejos de allí, en Salvaterra», explica la realizadora, que asegura que a Aurora no le interesa el documental, «no tiene ese tipo de referencias».

Tampoco quiere saber nada de cocinas modernas, la tele o la radio. Es consciente de las comodidades del resto del vecindario, pero no caben en su vida, su mundo es otro», afirma Area, que estudió Humanidades en la Universidad Carlos III, aunque nunca siguió ese camino.