De tocar el clarinete a fabricar cerveza artesana

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Jesús Casal dejó su empleo en Stellantis y su carrera como músico para embarcarse en la creación de la microfactoría Cervexas Madroa, donde actualmente elabora seis variedades únicas

05 abr 2024 . Actualizado a las 02:35 h.

Hace ocho años, las hermanas de Jesús Casal Piñeiro le regalaron una profesión a futuro sin saberlo. El obsequio por su cumpleaños fue un kit para hacer cerveza en casa, algo que entonces empezaba a bullir como tendencia de moda. Pero para Jesús acabó siendo mucho más que eso. En todo ese tiempo no paró de lidiar con la olla, el lúpulo y las recetas.

«Me decidí a montar una fábrica y llevo desde el 2018 haciendo cerveza artesana. Hice en la Universidad de Alicante un curso de especialización y me lancé con este proyecto», cuenta el vigués, que tiene su pequeña factoría en la parroquia de Candeán, muy cerca del monte de A Madroa, que da nombre a sus elaboraciones cerveceras. «Empezó siendo un hobby, pero ahora solo me dedico a esto», explica el emprendedor, cuya vida laboral es sorprendente por los giros temáticos que ha dado, ya que estuvo empleado en la factoría de Stellantis (antigua Citroën) y previamente se formó como clarinetista durante 14 años, diez en el conservatorio profesional y cuatro de especialidad. «Mientras estaba en la fábrica me saqué la carrera de Etnomusicología en el Conservatorio Superior de Vigo, pero no me convencían ni una cosa ni la otra. Vi que no era mi camino y me metí en lo de la cerveza», reconoce el ecléctico artista, que fue clarinete solista en la banda de Candeán durante más de tres lustros y también formó parte de la Fanfarria Taquikardia.

Sobre su filosofía como productor, Casal explica que hay muchos estilos tradicionales de cerveza, «pero estamos en un territorio que es más de vinos y las marcas comerciales son todas del mismo estilo, apuestan por las lager, pero hay muchos otros que la gente no ha probado nunca y no está familiarizada con ellos. Yo lo que intento es rescatar estilos tradicionales de todas partes del mundo, darle mi toque personal y además, experimentar con las nuevas técnicas del lupulado en frío y con los nuevos productos, como los diferentes lúpulos que van saliendo cada año», indica el experto que forma parte del colectivo de cerveceros independientes. «Nos diferenciamos en este sector en expansión en que disfrutamos creando, en eso somos completamente distintos a las marcas comerciales asentadas. Nos gusta elaborar productos con personalidad, no solo contentar al consumidor con lo que ya conoce, sino abrirle más puertas», argumenta el profesional, añadiendo que se pueden seguir los estilos tradicionales, pero hay más formas de hacerlo, hay nuevas levaduras, las notas de cata se mejoran y de la experimentación de cada artesano sale enriquecido el producto, que en el caso de las marcas generalistas es muy estable y siempre igual. Nunca sorprende. Nuestro mundo es más pequeño, pero más atrevido», asegura.

Fábrica abierta al público

La cerveza Madroa la despacha en su fábrica del numero 68 de la rúa San Cristovo, que abre sus puertas al público para degustaciones todos los viernes, sábados y domingos a partir de las 19.00 horas. Además, acude frecuentemente a eventos. Este mes, además de impartir un curso de elaboración en Toén (Ourense), el día 26 estará con sus variedades en la feria de Poio y el 30, en la de Pontevedra, organizada por la asociación de productores de cerveza gallegos. En este momento hace seis: la session IPA Somatxigun; una IPA turbia bautizada como Y Parió La Abuela; la Potropical, una New England IPA con mango; una blonde ale con el apellido de soltera de Marie Curie, Sklodovska; la brown ale ahumada Muxica y la sweet stout Lambona. «En breve saldrá una pastry sour que aún no tiene nombre, estoy trabajando en la receta», anuncia. Ahora mismo solo usa barriles para el envasado «porque es como el producto está mejor, preferí cuidar más este apartado, lo que no quita que en el futuro no vuelva a la botella o a las latas que se llevan más ahora porque guardan mejor las propiedades de la cerveza», aclara sobre un proceso que ha descartado temporalmente. «Cada barril son 90 botellas o latas que no tienes que repartir, facturar o etiquetar», sopesa.