Malditos negacionistas

VIGO

XOAN CARLOS GIL

08 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Mónica Linde fue la primera víctima de la violencia de género de este año. Fue asesinada junto a su hija Ciara la noche de Reyes. Unos días después, el machismo segó la vida de Olga, Liliana y María, y la última semana de enero despedimos a Judith, Manuela y Rosa. Este 2020 hemos perdido a 14 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Estamos ante una realidad escalofriante e inadmisible. Y las Administraciones Públicas no debemos olvidar que detrás de cada cifra hay una mujer asesinada por el simple hecho de ser mujer.

Desde que hay registros, en España se han contabilizado 1.047 crímenes machistas y solo desde 2013 son más de 270 los menores que se han quedado huérfanos. Los datos del Ministerio del Interior recogen 1.000 denuncias por agresiones y abusos sexuales al mes. Y cada día en España se atiende a cuatro víctimas de una violación. El sistema patriarcal pretende dejar sin voz al 51% de la población cercenando el acceso en igualdad de condiciones del talento femenino a la dirección de las empresas, a los órganos de gobierno de los jueces, a la cúpula universitaria o a los mandos de las principales organizaciones del país. Pero el daño más extremo que ocasiona el machismo es su incesante recurso a la violencia como herramienta de sometimiento de las mujeres.

Son necesarios cambios profundos y una sensibilización desde edades tempranas para poner freno definitivo a este auténtico holocausto. En la Diputación de Pontevedra hace cinco años que convertimos en prioritaria la erradicación de la violencia contra las mujeres y estamos convencidas de que educar en igualdad sin estereotipos de género es una de las herramientas más poderosas de las que disponemos para revertir esta situación dramática.

Ninguna sociedad democrática y moderna puede digerir el asesinato de dos mujeres en menos de 24 horas como nos ocurrió durante la última semana de febrero. La violencia contra las mujeres es un problema estructural. No tiene raza ni condición social. Su origen es el machismo y negarla es completamente irracional.

Sin embargo, el lento pero imparable avance de las mujeres en todos los ámbitos sociales y económicos y, sobre todo, la masiva movilización feminista de los últimos tres años, ha alentado a una minoría extremista capaz de cuestionar sin pruebas los datos oficiales de la Policía y el propio Poder Judicial.

Estos mal llamados negacionistas, en realidad ciudadanos y políticos irresponsables y sin atisbo de humanidad, pretenden ocultar que la violencia estructural contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad propiciada por el patriarcado y que el machismo es su columna vertebral.

Son tiempos de confusión, medias verdades, manipulación informativa y uso pernicioso de las redes sociales, lo que exige al feminismo echar mano del rigor que aportan los datos verificados para desmontar la cascada de fake news que cuestionan a diario nuestra lucha legítima por los derechos de las mujeres y la demanda de reformas legales para lograr una mayor protección de todas nosotras.

El negacionismo de género tiene como única finalidad preservar los privilegios históricos de los que han gozado los hombres cuestionando reiteradamente a las víctimas de abusos, acoso o discriminación grave y propagando el bulo de las denuncias falsas por violencia de género. La última memoria anual de la Fiscalía vuelve a dejar claro que las condenas por este delito son el 0,01 % del total. Y justo enfrente, tenemos un 84% de hombres condenados, es decir, 27.972 casos en los que la víctima acreditó el maltrato.

Las Administraciones Públicas no solo tenemos la responsabilidad de apoyar y proteger al conjunto de la ciudadanía, sino que además debemos ser promotoras del cambio social que nos permita a las mujeres ejercer nuestros derechos con plena libertad y seguridad. Es urgente que toda la sociedad tome conciencia de las graves situaciones de desigualdad que todavía padecemos y que entre todos adoptemos medidas reales que erradiquen el dolor y la injusticia que todavía padecen miles de mujeres por el mero hecho de serlo. No hay causa más noble ni más justa, y la Diputación de Pontevedra hoy y siempre estará del lado de las mujeres.