Un equipo al que jugando en su campo le marcan cuatro goles (4) tiene algo más que mala suerte, y lo de «mala suerte» es una disculpa tan socorrida que, en esta ocasión, no merece ni ser tenida en cuenta. Ese equipo al que le marcan tantos goles ante la mirada de sus seguidores, carece de una solidez defensiva como primer argumento válido aunque tampoco encontramos otro para explicarlo. Sobre todo cuando a lo largo de la semana se vino casi alardeando de lo contrario.
Ahora mismo, cuando escribo estas líneas, recuerdo lo que dijo Hilario Marrero hace muchos años: «El equipo que no sepa defender, es carne de cañón», frase que una vez más tuvo confirmación en este Deportivo-Sevilla (3-4) partido que un sector de seguidores deportivistas, creyendo las rutinarias declaraciones de los hombres de Víctor Fernández, daban por ganado.
Volveré con más recuerdos, porque mi viejo archivo guarda muchos que el tiempo demuestra que son ciertos, no fantasías. Hace algún tiempo también conté en La Voz de Galicia que Helenio Herrera era enemigo de que los futbolistas hicieran declaraciones en vísperas de los partidos: «No dicen la verdad, sino lo que le gusta leer a los seguidores de sus equipos. Hablar de ganar antes es contraproducente, porque despierta el amor propio del equipo rival», decía el famoso entrenador.
El Deportivo se equivocó ayer. Creo que pudo evitar tan dura goleada porque se preocupó más en atacar que defender con orden, y no acertó a evitar más de un gol, sufrido por errores en el marcaje.
No es de recibo conseguir tres goles (3) y no sumar siquiera un punto cuando las dudas estaban en si sería uno o tres. Echen un vistazo a la clasificación y, después, calculen. El próximo partido en Mestalla, frente al Valencia.