Del fonógrafo al smartphone: que la música te acompañe

La Voz REDACCIÓN

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El árbol genealógico de los dispositivos móviles de audio es el retrato de una familia que no ha parado de crecer para ampliar la libertad

25 jul 2014 . Actualizado a las 14:39 h.

Es una imagen cotidiana hoy por hoy. Nadie se extraña que con quien nos acabamos de cruzar, quien va sentado a nuestro lado en el bus o nuestro compañero de trabajo lleven taponados sus oídos con algo, la mayoría de las veces, blanco para acompañar el silencio con su propia banda sonora. Solo unos cascos en sus orejas será la señal de que está en su mundo y que nada ni nadie podrá interrumpir su canción favorita y su concentración. Símbolo de libertad para algunos y de autoaislamiento para otros, la música portátil es el icono de los tiempos que corren. El paso del tiempo solo ha ido incrementando más y más un árbol genealógico concebido como el de una familia bien avenida en el unos salían para dar cabido a los miembros más jóvenes y revolucionarios. Hasta llegar a los mini dispositivos actuales que podemos transportar en cualquier bolsillo, se ha tenido que andar un largo camino que habría que iniciar en 1876.

Los cimientos

Hace 138, Thomas Alva Edison creó el fonógrafo, el primer aparato capaz de reproducir sonido. Sin una fuente de alimentación portátil, este innovador artilugio ponía los cimientos, aunque sin ofrecer ningún tipo de dosis de libertad ya que era demasiado pesado, demasiado grande y sin demasiadas posibilidades de llevar en los bolsos tradicionales del siglo XIX.

Y llegaron los vinilos

Poco después, en 1925, llegó el turno del tocadiscos y de los vinilos. Con el cambio en la forma de reproducir de mecánica a eléctrica, y la aparición del control de volumen, la mejora de la calidad sonora fue asombroso que marcó una época. Y es que llegaron para quedarse porque más de medio siglo después, y muy perfeccionados con los lectores ópticos, siguen siendo parte fundamental en la actual industria de la música. Si no que se lo digan a los Djs. Pero, seguimos en las mismas que con los fonógrafo: siguen siendo demasiado grandes y pesados.

El inicio de la libertad

Los casetes, creados en 1963, fueron el gran avance para la música de nuestros bolsillos. Con sus caras A y B, era un soporte analógico que fue dando pasitos hacía lo digital. Y con las cintas llegaron los walkman, el complemento imprescindible durante las décadas de los años 70 y 80. Alimentados por pilas, la libertad que otorga era increíble para la época, y no tardaron en que todos los adolescentes los adoptaran como sus mejores nuevos amigos y como sinónimo de modernidad. Por su tamaño medio0 aún no podían viajar en bolsillo pero si en bolsos.

El paso intermedio

Cuando los casetes ya eran mayores de edad, aparecieron en 1984 los discos y con ellos el discman, pero con un ligero retraso ya que no se incorporaron al mercado de forma masiva hasta mediados de la última década del siglo. A pesar de la innovación que suponían con su lectura óptica mediante láser, no terminaron de cuajar y alguna generación no pasó por este artilugio. A pesar del avance, no convenció tanto como el walkman, dando el paso definitivo a los formatos digitales de música.

Sin formato físico

Con la llegada del nuevo siglo e incluso un poco antes, el desarrollo de los aspectos musicales dejaron obsoletos a todo lo anterior. Quintando quizás los vinilos, el resto pasó a ser objeto de coleccionistas. Mientras tanto crecía y se desarrollaba una verdadera sopa de letras que llegaba por duplicado. Por una parte el formato y por otra el dispositivo. Fue el momento de los MP3 y MP4 que conseguían almacenar una cantidad ingente de canciones en un espacio más que reducido, por ejemplo, el bolsillo del pantalón. Y así, empezaron a salir a la calle. Los auriculares empezaron a inundar las calles.

La revolución de Apple

Pero el gran salto se produjo poco después. Mientras la gente aún intentaba entender qué era un MP3 y el MP4 aún pululaba de forma discreta, la compañía de la manzana mordida deslumbraba al mundo con su iPod. El reproductor que cambió la forma de escuchar música llegó para quedarse y revolucionar toda la industria cuando solo había nacido como solución y alternativa en la era del MP3. Pero, nada volvería a ser igual. Quién no cayó rendido a los pies del dispositivo de Apple y siguió fiel a los anteriores formatos no pudo disfrutar de la tradicional rueda que puso las bases de lo que sería el futuro iPhone.

Y hasta hoy

El iPod marcó el camino del futuro de los reproductores de música. Abrió un camino de las canciones a golpe de clic que se expandió y mejoró con la llegada de los smartphones. A partir de este instante, a medios de la primera década del nuevo siglo, la industria musical empezó a ser un completa locura. Miles de reproductores y miles de opciones se abrieron ante los ojos inocentes de los amantes de la música que ya no tenían excusas para no salir a la calle con la música en sus oídos. Que si móviles cada vez más enfocados a ser discotecas andantes -como el Samsung Galaxy S5 o el Sony Xperia Z2 que podemos encontrar en El Corte Inglés-, que si miles de altavoces inalámbricos -evidentemente sin cables- para potenciar el sonido y que llegué a cualquier lugar, que si otra tanta cantidad ingente de auriculares -tanto de oreja como de cinta que ofrecen las marcas JVC o TDK-,... la clave es en que las melodía siempre esté presente en nuestras vidas. Y sobre todo ahora en vacaciones, que el tiempo libre y las posibilidades se multiplican.