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Las cámaras a bordo revelan datos que no cuentan los pescadores

Somos Mar REDACCIÓN/ LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Imagen de archivo de un tripulante de un atunero
Imagen de archivo de un tripulante de un atunero MARCOS CREO

Un estudio en quince atuneros indica que los tripulantes anotan menos rabil y menos tiburones de los que capturan

15 sep 2021 . Actualizado a las 04:50 h.

A las cámaras a bordo que registran permanentemente todas especies que entran y salen de los barcos se las conoce popularmente como el Gran Hermano de la pesca, pero formalmente son parte del sistema de observación electrónica. Defendido como el más veraz y fiable por las empresas que lo comercializan, por parte de los barcos que lo usan y por autoridades como, por ejemplo, las de la Unión Europea (UE), provoca rechazos en pescadores que lo ven como una intromisión y una medida de control que los prejuzga como infractores. Un estudio de la oenegé The Nature Conservancy en quince atuneros que faenan en el Pacífico occidental revela que las cámaras registran datos que no cuentan los pescadores.

En concreto, en los diarios de pesca que cubren las tripulaciones se anota un 30 % menos de rabil que el que calculado a partir de la monitorización electrónica. Y las capturas accidentales, no deseadas, de tiburones que resultan del análisis de las filmaciones multiplican por ocho las apuntadas en los cuadernos del pesquero. Además, mientras los pescadores identifican entre cinco y ocho especies diferentes en cada lance, las cámaras muestran entre ocho y diez. Las diferencias entre los registros manuales y el control telemático pueden deberse a distintos factores; entre otros, la precisión del segundo frente al primero o lo complejo que resulta contabilizar con exactitud lo que entra a bordo en plena faena. Satlink y los autores del informe no las atribuyen a omisiones voluntarias de los tripulantes.   

Los resultados de la investigación los hace públicos Satlink, empresa que se autodefine como «uno de los líderes mundiales» en sistemas de observación electrónica en la pesca porque cuenta con «más de 250 instalaciones para la supervisión y la gestión de la actividad en varias pesquerías en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, en colaboración con Gobiernos, oenegés y empresas armadoras». En el Pacífico, la firma dice «liderar este mercado, con más de 110 buques de flotas de nueve países monitorizados».

El estudio de la oenegé que cita Satlink se realizó en 15 atuneros equipados con su sistema SeaTube, compuesto por entre tres o cuatro cámaras de vídeo digital de alta resolución «que registran la actividad a bordo ininterrumpidamente». Cada uno de sus barcos cuenta con una antena de geolocalización «que proporciona la marca de agua de la fecha, la hora y la ubicación de cada vídeo».

Los investigadores, prosigue el comunicado difundido por Satlink, analizaron los datos recogidos «en 98 viajes» a las zonas exclusivas de Palau, Micronesia y las Islas Marshall. Esa información ha sido verificada «por analistas locales certificados por el Programa Regional de Observadores Pesqueros de las Islas del Pacífico y formados por personal de Digital Observer Service», una empresa de Satlink «especializada en analizar la información de vídeo recogida» por su sistema SeaTube y en generar «informes científicos precisos sobre la composición de las capturas, el tamaño, las capturas incidentales y confirmar zonas de pesca».

Desde Satlink sostienen que la observación electrónica es «la fuente más precisa y fiable para el desarrollo de prácticas de pesca selectivas y para el control del cumplimiento de las medidas de gestión, por su capacidad de ser verificados». Citando conclusiones de la oenegé The Nature Conservancy, añaden «que la generalización del uso de estos sistemas por parte de los Gobierno y las organizaciones regionales de pesca mejoraría la precisión de los reportes de capturas», lo cual permitiría disponer de «datos más fiables para las evaluaciones científicas sobre las que fundamentar medidas más precisas de gestión sostenible de los recursos».

A los autores de la investigación también les atribuyen el valor que le dan al Gran Hermano «para mejorar la gestión de pesquerías que, como la palangrera del Pacífico, tienen una baja cobertura de observadores humanos». Ahora lo sitúan en «índice mínimo del 5 % recomendado» por la Comisión de Pesca del Pacífico Occidental y central, con la posibilidad de incrementarlo «hasta el 20 % propuesto por organizaciones científicas».