¿Por qué la temporada de alergias se ha vuelto eterna?

Raquel C. Pico MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Imagen de archivo de polen de chopos en un parque de Monforte
Imagen de archivo de polen de chopos en un parque de Monforte ROI FERNÁNDEZ

Un invierno mínimo, unas temperaturas elevadas, una mayor cantidad de polen y un incremento de la población alérgica podrían explicar este fenómeno

24 abr 2024 . Actualizado a las 18:20 h.

«Cuando empecé como médico, era alérgica el 5 o 10 % de la población», recuerda el doctor Juan José Zapata, presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Ahora, los datos son muy distintos. La percepción que la población tiene de que cada vez hay más personas alérgicas no es una casualidad. La prevalencia ha subido y también lo está haciendo la intensidad.

Se estima que entre el 25 y el 30 % de la población global es alérgica y la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en unas décadas se llegue al 50 %. «La OMS dice que es una epidemia no infecciosa», recuerda el médico. Solo en España, suma la doctora Daniela Silva, Especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, las estadísticas hablan de que 14 millones de personas sufren algún tipo de alergia.

Y si escuchar cada vez más estornudos en el bus no es casualidad, tampoco lo es este crecimiento de la incidencia. Cuando se le pregunta por qué se ha producido este aumento, Zapata habla de los «cambios en los estilos de vida». El sistema inmunológico ya no se enfrenta a los mismos elementos que antes, pero también se vive en un contexto distinto. La contaminación es «un factor disruptor».

A eso se suma que los contaminantes —de los que todavía no está todo estudiado, recuerda el experto— están también dentro de casa. Solo en un baño ya hay unos 30 o 40 botes de productos diversos, apunta, que tienen químicos.

Emergencia climática y alergias

Además, impacta la emergencia climática. Esto es también lo que lleva «en gran parte», como explica Silva, a que las alergias «cada vez son más severas y se prolongan en el calendario más tiempo del que acostumbra». El cambio climático crea una combinación de impacto que, como señala la doctora, «puede tener varios efectos en la temporada de alergias».

Por un lado, puede llevar a que sea más larga. «Hacemos que aumente la temperatura y el CO2», señala Zapata, lo que a su vez adelanta la primavera, sube la contaminación polínica y hace que las plantas sean más activas. Estamos «arrinconando el invierno», apunta, lo que tiene consecuencias. La superposición de estaciones y la mayor exposición a alérgenos que generan estas temperaturas provocan «una mayor intensidad y duración de los síntomas alérgicos», como explica Silva.

Por otro, la emergencia climática impacta en el contexto vegetal. «Los cambios en el clima pueden favorecer la proliferación de plantas productoras de polen y otros alérgenos, así como aumentar la concentración de polen en el aire», suma la experta.

Efectos económicos

Que la temporada de alergias sea más larga e intensa no es solo una molestia para la población alérgica, que pierde calidad de vida, sino que tiene consecuencias que van más allá de eso. «Puede tener efectos indirectos en otras áreas, como la salud mental, la productividad laboral y la calidad de vida en general», explica Silva.

Al final, como ocurre con tantas otras cuestiones sanitarias, tiene el potencial para convertirse en un problema de salud pública todavía más importante en el futuro no tan lejano, con un coste derivado elevado. «Este es un punto muy importante», concede la experta. «Puede que nos cueste imaginarnos cómo el empeoramiento en las alergias estacionales llegue a tener un impacto económico; sin embargo, tenemos datos que corroboran esta hipótesis», indica.

Las estadísticas ya demuestran que en medio de cuadros de alergias se está produciendo tanto presentismo —ir a trabajar porque hay que estar, pero no ser capaz de hacer mucho una vez allí— como absentismo. «Esto sumado al gasto médico que supone el tratamiento de alergias a nivel de la población general tiene como consecuencia un impacto económico muy significativo a muchos niveles», resume.

Afrontar esta realidad es, por ello, crucial. Zapata apunta que lo más importante es que se actúe a nivel estado, con más recursos y más investigación sobre estos temas o una reorganización de lo que ya se tiene. Debe ser algo vertical, en lo que todos los actores del sistema estén implicados. «Si todo el mundo se conciencia, podríamos mejorar la calidad de vida de los pacientes», afirma.

Más personal sanitario formado en estos terrenos es clave, pero también menos embudos. Ahora mismo los pacientes siguen teniendo dificultades para llegar a los especialistas. Incluso, cabría más formación en estas áreas en la profesión médica. Al fin y al cabo, estas son enfermedades «emergentes», con las que se cruzarán cada vez más.

Porque, aunque con las alergias se ha avanzado mucho —Zapata lista los tratamientos y las vacunas como herramientas eficaces—, lo cierto es que todavía falta concienciación, apunta el doctor. «El problema es que parecen banales», señala, cuando no lo son. Tomarse un antihistamínico y pensar que son tres días de molestias no es el mejor camino. «Lo más importante es que tener un diagnóstico preciso», señala.