Secretos a los pies del Miño en Lugo

M. Cabana / M. Guntín LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Zona de la Fábrica da Luz y pasarela al lado del río Miño, a su paso por la ciudad de Lugo
Zona de la Fábrica da Luz y pasarela al lado del río Miño, a su paso por la ciudad de Lugo MANUEL GUEDE

El Miño baña la ciudad amurallada y deja tras de sí un reguero de paseos, sendas y miradores que permiten disfrutar del paisaje, pero también de la vegetación y fauna que viven en los márgenes del río

18 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El río Miño nace en el Pedregal de Irimia, en la sierra de Meira, y desemboca en A Guarda y Caminha, donde sus aguas se encuentran con el océano Atlántico. Más de 300 kilómetros de longitud lo convierten en el río más grande de Galicia, que deja a su paso rincones de sobra conocidos, pero también parajes y sendas que, curiosamente, todavía son un secreto para turistas y locales.

Y uno de ellos es la ribera en las cercanías de la ciudad de Lugo. Los romanos construyeron Lucus Augusti en una meseta alargada con forma de espina dorsal que por el oeste desciende en fuerte pendiente hacia el río, y que forma un valle fluvial rodeado de bosques autóctonos y plagado de pesqueiras, molinos y caneiros. Cinco kilómetros al norte y otros tantos hacia el sur de la ciudad, el valle del Miño conforma un paseo espectacular entre el cauce y las carballeiras que puede tener varias horas de duración. Con el aliciente de que se puede repartir en jornada de mañana y tarde para disfrutar de una comida en la ciudad y completar una jornada redonda.

La mejor forma de redescubrir el Miño en Lugo para los foráneos es aparcando en las inmediaciones del Pazo de Feiras e Congresos y del campo de fútbol, a donde se llega por la N-VI a través de un acceso directo. Ahí, a pie de río, si se decide emprender la ruta hacia el sur, el río siempre quedará a mano derecha del caminante.

Pasará en breve por delante del Puente Romano, que es peatonal y ofrece unas preciosas vistas del Miño, de la ciudad y permite acceder al barrio de A Ponte, con sus casas tradicionales del siglo XIX. Después del puente, llegan el balneario y las termas, también romanas y visitables. Más adelante, aparece una larga zona verde de ribera con sendas para pasear, y la desembocadura del río Rato, que llega por la izquierda para morir en el Miño. Este riachuelo permite hacer un desvío de unos tres kilómetros, con carril bici, hostelería y un coqueto valle de bosque autóctono.

Si se sigue el Miño hacia el sur, desaparece todo resto de ciudad y durante unos tres o cuatro kilómetros, el visitante solo verá el río y sus construcciones dentro del agua, con bosque por ambas laderas. Puede regresar al punto de partida cuando lo desee, siguiendo el mismo recorrido.

Una vez junto al Pazo de Feiras y al lado de su coche, decidirá si hace la ruta hacia el norte. En ese caso, el río quedará siempre a su izquierda y una vez pasada la zona de baño de Os Robles, la escuela de piragüismo y el viaducto de la carretera de Santiago, entrará en otra zona de carballeiras centenarias que podrá recorrer siempre a pie de agua durante tres kilómetros, por senderos bien acondicionados, hasta encontrar un molino, la antigua potabilizadora de Lugo y un puente. Es un lugar perfecto para emprender el camino de vuelta y regresar al coche, siempre al lado del cauce. Tanto la ruta norte como la sur se pueden realizar sin prisa en unas dos horas.