Médicos residentes buscan piso a contrarreloj en Santiago: «Quería algo cerca del hospital, pero veo más factible encontrar en O Milladoiro»

C. N. SANTIAGO / LA VOZ

VIVIR SANTIAGO

Fátima Neira comenzó a buscar piso en el centro de Santiago, cerca del Clínico, pero al ver que en ningún apartamento le dejaban mudarse con su mascota amplió el campo hasta las áreas de Milladoiro y Teo.
Fátima Neira comenzó a buscar piso en el centro de Santiago, cerca del Clínico, pero al ver que en ningún apartamento le dejaban mudarse con su mascota amplió el campo hasta las áreas de Milladoiro y Teo.

Desde que se comenzaron a adjudicar las plazas, hace una semana, los profesionales en formación tienen hasta principios de mayo, cuando comienzan a trabajar, para encontrar un sitio en el que vivir. Algunos de ellos, que comenzaron a mirar por la zona de Santa Marta y del Ensanche, amplían horizontes hasta las afueras: «Me veo yendo y viniendo todos los días»

17 abr 2024 . Actualizado a las 13:57 h.

«Nas aplicacións atopei 177 pisos que, quitando os que non se adecuaban ás características que necesitaba, quedaron en sesenta. Esta mañá chamei a vinte deles, pero nada», cuenta Fátima Neira, médica que acaba de ser admitida como residente de pediatría en el Clínico de Santiago. De que iba a pasarse los próximos cuatro años trabajando en la ciudad se enteró este lunes, hace menos de cinco días, cuando comenzaron a adjudicarse las plazas. «As listas dos destinos móvense cada día e, canto máis tempo pasa, máis competencia tes á hora de buscar onde vivir. Ao final, todos queremos as mesmas zonas, chamamos aos mesmos pisos», explica esta joven que, ante la escasa oferta en el centro de Santiago, ya comenzó a mirar en O Milladoiro y en Teo: «Se termino aí, espero ter a alguén preto con quen compartir os gastos de gasolina. Por tempo e diñeiro non creo que compense, pero non queda outra». 

Cuenta que su caso es algo «particular», ya que vive con su mascota, un perro «mediano, de unos treinta kilos». De los veinte pisos a los que llamó esta mañana, en ninguno de ellos le dejaban llevárselo. «Sempre preguntan: ‘Pero que tipo de raza é?'. Queren saber se é pequeno, un chihuahua ou un caniche. Cando lles indico o tamaño, responden cunha negativa. Prefiren a unha persoa sen mascota, e como hai demanda de sobra, pois adeus», explica esta joven lucense. Por eso, pese a preferir una zona céntrica que no quedara muy alejada del hospital, abrió su perímetro de búsqueda hasta las inmediaciones de la ciudad. Por ahora, O Milladoiro y Teo. «Teño vehículo propio, o que facilitaría as cousas para desprazarme ata o hospital. No fondo, se vivise na zona norte da cidade tamén o necesitaría por distancia, pero pagando un alugueiro máis alto», reflexiona.

Claudia Patiño, enfermera, supo que tenía plaza en el Clínico hace una semana. Empezó buscando piso sola, pero pronto encontro a través de las redes sociales a otras tres médicas en formación que estaban en su misma situación. En Santiago hay un grupo de WhatsApp con más de 50 residentes dedicado a encontrar compañeros de vivienda.
Claudia Patiño, enfermera, supo que tenía plaza en el Clínico hace una semana. Empezó buscando piso sola, pero pronto encontro a través de las redes sociales a otras tres médicas en formación que estaban en su misma situación. En Santiago hay un grupo de WhatsApp con más de 50 residentes dedicado a encontrar compañeros de vivienda.

Si ya de por sí encontrar alquiler en Santiago es una carrera de fondo, en pleno mes de abril y yendo a contrarreloj lo es todavía más. Tanto los MIR como los EIR recién titulados comienzan a trabajar en sus puestos a partir de la semana del 6 de mayo. Teniendo en cuenta de que las adjudicaciones comenzaron en los primeros días de abril, el período del que disponen es de un mes. Desde las inmobiliarias compostelanas explican que, además de no haber oferta, es una época «complicada» para ponerse a buscar. Son conscientes de las demandas de los residentes, pero al preguntar por viviendas de dos, tres o cuatro habitaciones por las zonas de Santa Marta o del Ensanche, las más demandadas al quedar cerca del clínico, responden con un: «Es que no hay nada, no hay pisos»

Teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra el mercado de inmuebles en Santiago, ¿es realista pensar que en menos de un mes se puede encontrar donde vivir? Explican desde las inmobiliarias que a estas alturas del año los pisos entran a cuentagotas y que ni ellos mismos pueden asegurar con antelación las opciones que tendrán de aquí a una semana. Los contratos de los estudiantes no terminan hasta junio, mes en el que se comenzarán a liberar —con las típicas imágenes de colas kilométricas de jóvenes para entrar en las agencias—, pero los médicos y enfermeros residentes no pueden esperar hasta entonces. «Desde que nos dieron Santiago como destino llamamos todos los días, pero siempre nos dicen que no tienen nada que enseñarnos», explica otra residente en el Clínico en el área de cardiología, que, junto a una de sus compañeras valoró la opción de alquilar una habitación en una pensión para tener donde vivir hasta que en julio se liberaran los pisos.

Uxía Martínez, médica residente de primer año, tiene plaza en el Clínico de Santiago desde el jueves de la semana pasada. Busca un piso con dos habitaciones, aunque ve la situación «bastante complicada». «Tenemos que encontrar algo todos a la vez y, aún encima, no tenemos más de un mes», explica.
Uxía Martínez, médica residente de primer año, tiene plaza en el Clínico de Santiago desde el jueves de la semana pasada. Busca un piso con dos habitaciones, aunque ve la situación «bastante complicada». «Tenemos que encontrar algo todos a la vez y, aún encima, no tenemos más de un mes», explica.

Se conocieron a través de uno de los tantos grupos de WhatsApp que crearon los residentes para encontrar compañeros con los que emprender la búsqueda. Al final, repartiendo los gastos, una vivienda con cuatro habitaciones siempre va a salir más barata que un estudio abierto para una sola persona. «Me metí en el chat y envié un mensaje poniendo que buscaba piso, por si alguien más estaba haciendo lo mismo y quería juntarse», explica. Una de las personas que le respondió interesada fue Claudia Patiño, enfermera que comienza la residencia en el área familiar y comunitaria del Clínico de Santiago. «Empecé a buscar sola, pero con el sueldo de formación es imposible pagar más de 600 euros al mes. Fue ahí cuando empecé a meterme en grupos para encontrar a gente que estuviera en la misma situación que yo», explica Patiño. 

«Estamos de inmobiliaria en inmobiliaria, pero no damos con nada. Cada vez que entramos, nos dicen: ‘Lo siento, pero no tenemos nada que enseñaros'», continúa la joven, explicando que, en última instancia, también pensaron en dividirse dos y dos para mirar si era más fácil encontrar opciones con menos habitaciones. «Nos dicen que es una mala época, pero tampoco pedimos tanto», dice la coruñesa, enumerando las características que tenían como fundamentales. Querían una plaza de garaje, pero viendo que es «imposible», están dispuestas a dejar los coches en algún aparcamiento privado. También que estuviera cerca del hospital, aunque viendo que no hay oferta, les llega con que se pueda llegar a pie, «que no esté a mucho más de media hora». Cuando empezó a buscar sola también abrió su campo de visión hasta las afueras. En la zona de O Milladoiro vio unos cuantos pisos, pero cuando encontró a sus actuales compañeras y ver que dos de ellas no tenían coche, desecharon la opción.

Uxía Martínez, que también comienza la residencia en el Clínico el próximo mes de mayo, se planteó, de no encontrar algo durante estas semanas, ir y venir en tren todos los días. «Encontrar un piso que se ajuste a lo que queremos, que tampoco es mucho, está siendo complicado», explica esta joven de Redondela que ya vivió en Santiago durante los seis años de carrera. «No disponemos de mucho tiempo, porque desde que conocemos nuestro destino tenemos un mes para incorporarnos al hospital. Estamos todos buscando en masa y al mismo tiempo», continúa. Sin saber descifrar si es por la época del año —porque los estudiantes buscan más tarde— o porque realmente la oferta es menor, asegura que le está costando más encontrar algo que durante los años universitarios. «Veo anuncios en las aplicaciones, pero cuando llamo ya no están disponibles. En las inmobiliarias te cogen los datos por si acaso les entra algo, pero nunca pasa», concluye la joven en sintonía con las que serán, en un mes, sus compañeras de hospital.