La última moda entre los universitarios de Santiago es comprar flores y plantas, revelándose muchos como expertos en la materia

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Una joven comprando flores en la plaza de abastos compostelana.
Una joven comprando flores en la plaza de abastos compostelana. PACO RODRÍGUEZ

Desde las floristerías celebran su interés con sorpresa, «pois antes non tiñamos polas tendas nin a metade de xente nova que temos agora»

19 oct 2023 . Actualizado a las 22:08 h.

La juventud de Santiago lleva siendo una caja de sorpresas toda la vida. Siempre a la vanguardia de la modernidad, sus universitarios representan un soplo de aire fresco en muchas ocasiones para la milenaria Compostela. Lo que sorprende es que, como en esta ocasión, los jóvenes se den la mano con muchos jubilados en cuanto a gustos. Y es que, por lo que dicen las floristerías del centro de la ciudad, a los estudiantes les ha dado más que nunca por comprar plantas y flores.

Para los floristas la sorpresa no es solamente su interés, que celebran y mucho, sino también el conocimiento que tienen sobre el mundo vegetal. Gonzalo Gómez Álvarez, que lleva casi 45 años dedicado a las plantas y 37 de ellos desde Fiúncho, en Santiago, afirma que los jóvenes «non é que veñan buscando recomendacións, que tamén, senón que hai moitas veces que buscan, por exemplo, a peperomia, que está moi de moda, e eles xa coñecen os seus coidados e as súas necesidades sen que ninguén llas explique».

Raquel Patiño, dependienta de la floristería A Alameda, corrobora a su experimentado colega. A ella también le sorprende que vaya tanto alumno de la universidad por el establecimiento que atiende cada día en el número 2 de Carreira do Conde. «Os rapaces noviños veñen comprar flores para regalar e tamén para ter nos pisos, porque sempre me din que lles resulta reconfortante ter a súa plantiña na habitación, sendo as grandes estrelas por exemplo os tulipáns», en palabras de Patiño. Es de las que más se sorprende con este nuevo interés de la juventud, «pois antes non tiñamos polas tendas nin a metade de xente nova que temos agora», algo que merece ser celebrado.

Desde Lilas, su gerente Mari Carmen Arzúa añade que suelen inclinarse por opciones económicas, «pero que lles permiten igualmente ter esas floreciñas na casa, que sempre da gusto velas». No suelen llevarse más de tres, pagando unos cinco euros por ellas, no más. «Polo que lles custan un par de cafés poden ter a casa máis decorada, máis amable para a vida», señala al respecto Gonzalo Gómez.

El responsable de Fiúncho es quien pone el foco sobre las plantas, «as favoritas durante o mes de setembro e comezos de outubro». Apunta el florista que muchos universitarios desean decorar sus pisos con ellas, «e como chegan neses meses de volta do verán a Santiago, pois estamos ante un momento no que ademáis de flores saen moitas plantiñas de interior». A él también le dicen lo mismo, «que son ornamentais, pero tamén destacan a paz que lles transmiten, algo que penso que está asociado a todo tipo de natureza, que desaparece na cidade e que moitas veces estes rapaces si teñen nas súas vilas e aldeas de orixe». 

«A min gústame moito tratar con eles, pois escoitan os coidados que deben ter as plantas, comparten a súa pasión comigo cando lles explico e comprenden que non e preciso ter un xarrón cheo de flores na casa, que chega con ter unha planta na zona de traballo, ou na habitación», dice Gonzalo Gómez sobre sus jóvenes clientes, y añade: «Nótase o seu novo xeito de pensar ata nos frascos, xa que os rapaces e rapazas meten as flores en calquera sitio, algo que penso que está moi ben».

Del mismo modo que las casas, las flores dan también vida a las calles compostelanas.
Del mismo modo que las casas, las flores dan también vida a las calles compostelanas. Sandra Alonso

Las más demandadas son las de interior

Gonzalo Gómez, de Fiúncho, destaca sobre todo el interés que despiertan las plantas que no requieren de mucha luz, «tendo en conta como son os pisos dos universitarios, que ás veces simplemente teñen entrada de sol a través dunha ventá que da a un pequeno patio interior». A pesar de esto, Gómez opina que la capacidad de adaptación de los vegetales les puede ayudar a vivir en situaciones en principio muy adversas por falta de iluminación.

El profesional pone un ejemplo que ayuda a hacerse una idea: «Eu penso que unha luz suficiente para unha planta deste tipo, de folla verde, é simplemente aquela que permite ler o periódico sen complicacións, algo que para nada é o mesmo no caso das flores, que requiren moita máis luz». Es por ello que de Fiúncho salen muchos jóvenes con potos o spatifilium, una planta que puede adaptarse a la vida incluso empleando luz artificial, «aínda que en casos así non lle medren as flores».

Otra de las familias más demandadas es la de los cactus. «Os mozos saben que son plantas duras e que requiren pouca atención», señala el florista, que cuenta como curiosidad que hay hasta muchachos que le piden «o cactus dos ordenadores, unha especie que en teoría absorbe radiación, aínda que non sei ata que punto isto e unha lenda urbana, pois si que teño lido que as púas poden axudar a facelo».

Puro comercio de proximidad

Las plantas son un producto muy vinculado al negocio de proximidad, aunque existan también formas de hacerse con ellas a través de internet. «Dan vida ás rúas, píntanas de cor e penso que non hai nada como iso para vendelas, que se vexan en plenitude ante todo aquel que camiñe ao seu carón», en opinión de Gonzalo Gómez, de Fiúncho.

Su vínculo con los clientes, su pausa y dedicación para resolverles todas las dudas que tengan o su amor por un oficio que practica desde los años setenta son otros de los factores que ayudan a crear un tejido de comercio de proximidad en Compostela, precisamente los más diferenciales de todos ellos. Estos atributos atraviesan generaciones y apegan a las más jóvenes, tan acostumbradas a la despersonalización en muchas otras de sus compras.

Una ciudad como la compostelana, que pierde negocios característicos cada semana que pasa, no puede permitirse seguir haciéndolo precisamente por el colorido que le aportan a sus calles. Parece que el foco está siempre puesto sobre el casco histórico, cuyos vecinos y trabajadores ya afirman que parece «máis unha aldea que un barrio», pero en el ensanche también se pueden encontrar casos de abandono de un comercio local que siempre da lo mejor de sí a aquellos que lo visitan.