Pepe Trillo

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

25 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Se murió Pepe Trillo. Por supuesto, muy poca gente sabe quién fue —esto de escribir en pasado agarrota el corazón— Pepe Trillo. Amancio Liñares, que es quien me da la noticia, claro que lo sabe, y bien. Porque siendo él un adolescente ya estaba Trillo dando guerra aquí y allá. O para ser más concreto, en la zona de Negreira, en una de cuyas parroquias, Campelo, entonces en el fin del mundo y horriblemente mal comunicada, vivía. Formó parte de ese grupo de labregos protestones que se negaron a seguir comulgando con ruedas de molino, una gente entonces joven que lo que quería era salir de aquella miseria (perdón por la palabra, pero sí, miseria) en que vivían los trabajadores del campo gallego, y que carecían de servicios mínimos a pesar de estar geográficamente muy cerca de Santiago. Ahí militaban en primera línea Cándido Iglesias y su hermano Pepe, Filomena Fraga, Romarís, Pancho Bello y otros (perdón por los olvidos), algunos de los cuales fueron expulsados de Feiraco tan solo por intentar ejercer la democracia interna cuando la libertad no había llegado. Inquietos, sin rendirse nunca, creando el Sindicato Agrario Galego (Saga) en la comarca, acudiendo a Extensión Agraria para aprender nuevas técnicas.

Y ahora que se me acaba el espacio me viene a la cabeza, machaconamente, los días en que Trillo me prestó su Land Rover para una mudanza. Tonterías, cosas pequeñas, afectivas, que atenazan más el corazón. Porque después de Trillo iremos los demás. Y a esos labregos, y a los párrocos que los respaldaron en todo momento, nadie les ha hecho ni el más mínimo, y muy merecido, homenaje o reconocimiento. Que Deus te teña onde te ten, Pepe Trillo, y gracias por el Land Rover.