Pontevedra dice adiós al carnaval

La Voz PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

Ravachol se despidió hasta el año que viene acompañado de su cortejo fúnebre

17 feb 2024 . Actualizado a las 23:15 h.

Recorrieron con gran pesar las calles San Román, Ferrería, paseo de Antonio Odriozola, Soportais, Manuel Quiroga, Princesa, Isabel II, Real, Sarmiento y Pasantería para desembocar en la plaza de A Ferrería. Lloró el cortejo fúnebre acompañando a un ave que le duele a Pontevedra cada entroido. Incinerar a Ravachol no es cualquier cosa.

Se le despidió con una elegía en honor del finado, el loro, que hoy en día baja de Xeve en remolque, arrastrado por un vehículo motorizado, pero que, no se olvide, hubo un tiempo en el que se le hizo el cortejo y funeral al animal, con las plumas aún calientes, sin atrezo. Eso se celebró ayer, como cualquier carnaval, entroido, el urbano más singular de Galicia, a saber.

Murió Ravachol como don Quijote, luchando contra los molinos. Hubo Danza da Morte y Os do Val do Lérez le dedicaron su particular saeta. Todo empezó de riguroso luto en torno a las seis de la tarde, el sol resplandeciente, la temperatura animosa, la plaza de A Verdura convertida para la ocasión en una sala mortuoria. El velatorio, con asistencia de luto riguroso, con los que todos aquellos que acompañan al pájaro cumpliendo con la cita. Luego, tres horas, hasta las nueve de la noche. Y el cortejo fúnebre, al fin, acompañado del séquito y las comparsas Os Canecos, Os Miúdos, As Sonecas, Os da Caña, Vamos a Todo y Os Alegres.

«Á beira deses desmesurados cachifallos ti es un paxariño feble, débil antes as aspas deses muíños abominábeis», «a ver se mañá sae o sol, e mandamos embora aos fementidos xigantes», clamó la elegía para despedir a Ravachol, que este año vino en forma de pájaro contestatario ante la proliferación de molinos de viento en los montes de la comarca.

Ardió, en fin, Ravachol acompañado antes por un cortejo fúnebre que dio paso a una noche para despedir el que es por derecho el mejor carnaval urbano de Galicia. Descanse en paz Ravachol. Y larga vida al entroido pontevedrés.