Enrique Torres es uno de los voluntarios que trabajan en el albergue de peregrinos que gestiona la Asociación Amigos do Camiño Portugués a Santiago de Pontevedra. Ayer limpiaba las instalaciones de la calle Otero Pedrayo, vacías a esa hora de la mañana. Este hombre estaba al tanto de la petición conjunta del colectivo que preside Celestino Lores y de Vaipolorío. «Algunos peregrinos se sorprenden de que eso esté ahí», comenta a preguntas de La Voz. Pero Enrique Torres deja claro que la presencia del poblado chabolista próximo al puente de O Couto y a escasos metros del albergue no causa problemas de convivencia en el día a día.
«No hay jaleo. Los que más hablan del tema son los peregrinos alemanes, ellos dicen que en su país no se consentiría algo así en una de las entradas de la ciudad y más al lado de un albergue», relata. Además de esa mala imagen, alude a cierto temor cuando llegan, especialmente por parte de los que lo hacen en bicicleta. «Se sorprenden y tienen miedo a que les puedan robar las bicis, pero enseguida les decimos que no hay peligro», admite Enrique Torres. Haciendo memoria, este voluntario solo recuerda que una vez desapareció una chatarra que estaba almacenada en la parte de atrás del albergue. «Desapareció un día y suponemos que algo tuvo que ver con gente del poblado, pero también es cierto que no tenemos pruebas para acusar a nadie», apunta. Este trabajador y sus compañeros creen que la mejor solución es bucar otro lugar para los residentes en el poblado porque si no «toda la porquería va para ahí».