Chinos con ayudas europeas: de colonizados a colonizadores

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EUROPA NOSTRA

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

17 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo comenzó con los reyes de Portugal. Reino arrinconado contra el océano por su poderoso vecino, un día decidió expandirse por los mares: Azores, Ceuta, Alcazarquivir, Tánger… costeando África. Vasco da Gama demostró que los europeos podían llegar a Asia, donde el liderazgo lo ejercía el reino del medio, China. Los restantes pequeños reinos patrimoniales de Europa emularon al rey luso en todas direcciones por envidia. Las naciones no existían, se inventarían después, atendiendo al lugar donde se nacía. China no necesitaba eso. Le bastaba con crecer y soportar los desastres ambientales e invasiones de sus aguerridos vecinos.

Los siglos XIX y XX fueron malísimos para China, debido a la pérfida codicia europea, cuyo paradigma fueron las guerras del opio, impuestas por el mayor invento jurídico del primer capitalismo, la monopolística compañía inglesa de las indias orientales. Le siguieron la invasión japonesa, la guerra civil y el maoísmo. Tuvieron que esperar a Deng Xiaoping para renacer y hacerse respetar. Los europeos se creyeron muy listos y pensaron que podían explotar su mano de obra para vender sus productos en todo occidente. Ignoraron la falacia de la composición, nuevamente por codicia. La escasa ventaja científica que atesoraban, y que era la verdadera matriz de su desarrollo, fue transferida a Asia por abalorios.

Todo esto viene a cuento del desembarco chino en la nueva planta de Chery en Barcelona, que va a recibir ayudas vía PERTE al coche eléctrico, o sea, con dinero de la UE para la siguiente generación. Tiene toda su lógica parroquial a corto plazo, ninguna a escala europea a medio plazo. Claro que el proteccionismo tampoco es la mejor estrategia para que la economía de nuestra Unión Europea resurja y pueda costear un sistema de bienestar indispensable ante el acelerado envejecimiento de nuestra población.

En Bruselas echan mano ahora de tácticas perdedoras, como los mecanismos antidumping. Necesitamos otros planes, como invertir en universidades continentales focalizadas en las áreas STEM y favorecer la investigación industrial privada. Sin éxito en estos ámbitos no habrá suficientes beneficios para financiar pensiones o sanidad como las que tenemos en Europa. Es una realidad insoslayable que no se quiere ver. La culpa no es de China, ni de Corea o, pronto, de la India. Es solo nuestra, por nuestra desidia, por la negación de los valores que aprendió Lee Kuan Yew estudiando leyes en Cambridge: esfuerzo, excelencia, rigor… sin olvidar sus raíces confucianas de honrar a los antepasados con los hechos de la vida. Respetad a China, espabilad.