Orden al cubo

Manuel Blanco Desar ECONOMISTA

OPINIÓN

CHRISTIAN HARTMANN / POOL | EFE

29 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay libertad sin orden. La lección es esta: orden, orden y orden. Nuestro país precisa un retorno de la autoridad en cada nivel y primero en la familia.

¿Es este un discurso fascista? Depende de la ubicación. En España, sin duda para los ágrafos e incultos doctores en ética, aunque evadan impuestos alegando ignorancia jurídica. Allende los Pirineos, donde antes comenzaba Europa, parece que muy fascista no es.

Cuando se diserta en una televisión pública, ante la bandera nacional y la de nuestra Unión, con la Legión de Honor en el ojal, fascista no será, pero estéril sí. Esas palabras son de Emmanuel Macron. El mismo que pronunció su ilusionante discurso europeísta del 2017 en la Sorbona, donde abogaba por una Unión soberana para el 2024. El mismo que porta alianza y sortija, una en cada mano, como la Trinity de Cartier.

Facta non verba, hechos y no palabras, decían los romanos. De predicadores estamos saturados. Orden y familia recuerda a la infame Francia de Vichy. Para repasar, véase la película Pétain, de Jean Marboeuf, donde el más pérfido resulta ser el trans-socialista Pierre Laval. Lo que no se atreve a verbalizar Macron es que no saben qué hacer con los arrabales atestados de franceses no galos y ni siquiera francos. Franceses de segunda desde que Carlos X impulsó la conquista de Argel en 1830, tras la pía excusa de acabar con la captura de esclavos cristianos, responder a afrentas del sátrapa local y, de paso, engrandecer Francia. Franceses de segunda antes y después del Decreto Crémieux, con Napoleón III. Francia, humillada por Prusia, encauzó allí a alsacianos y traería luego a las trincheras a argelinos, tunecinos, senegaleses…

Ese orden parece cuartelero. Frente a él, ¿no sería mejor la ejemplaridad? Ejemplaridad al cubo, en especial entre la clase dirigente, donde no abundan los Cincinatos, salvadores plenipotenciarios de la res publica, virtuosos que rechazaban ser dictadores perpetuos. Nuestros conciudadanos europeos de los arrabales no ven ejemplaridad en los altos magistrados, y menos en su vida familiar. ¿Familia? Sería recomendable definirla, como hizo Amitai Etzioni ante Tony Blair. ¿Qué familia? ¿La sucesivamente polígama de Sarkozy o la áurea de Charles de Gaulle? ¿O la de Félix Faure, presidente muerto en acto de servicio con Marguerite Steinheil practicando el francés en el Elíseo? Menos orden y más ejemplaridad para llevar una vida ordenada. Los pobres europeos de los arrabales la entenderían mejor. Todos los europeos lo haríamos, aborígenes o no.