El fuego

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Martina Miser

25 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Pues no crean ustedes, que este tema de las hogueras tiene su cosa. Por ejemplo, hace ahora noventa años que los nazis alemanes celebraron una peculiar noche de San Juan quemando libros.

La hoguera más grande se montó en la plaza de la Ópera de Berlín, y allí ardieron junto a otros muchos volúmenes, La calavera del sultán Makawa, una novela juvenil de Rudolf Frank, y Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, ambas, obras pacifistas escritas por excombatientes de la Gran Guerra.

 También, hace cuatrocientos años, al pobre don Quijote le quemaron el cura y el barbero todos sus libros de caballerías, es decir, las novelas de aventuras de los superhéroes de entonces. Yo, claro está, eso no se lo dejo leer a mi mujer para no darle ideas.

No sé si los libros arden mal, como dice Manuel Rivas, pero si fuera libro procuraría no acercarme por la playa de Riazor, que el pasado viernes ardía en mil fogatas, para envidia de trágico protagonista del breve relato de Jack London, Encender una hoguera. Es la historia de un trampero de Alaska al que en una travesía se le viene la noche encima Y pierde la vida al no poder encender una hoguera. Se le van gastando las cerillas, se le apagan las primeras llamas, se le congelan los dedos... Es un relato que hay que leer en invierno con una manta y un chupito de whisky.

Cuando yo era niño, los niños hacíamos hogueras, como hacían todas las noches en las praderas de Arizona nuestros héroes del cine Equitativa. Hoy solo arde San Juan.