Llegó la hora de transformar el naval

Marta Fernández Currás / Cristina Carcelén Hurtado SOCIA RESPONSABLE DE EY EN GALICIA Y SENIOR ADVISOR DE SECTOR PÚBLICO DE EY, RESPECTIVAMENTE

OPINIÓN

CAPOTILLO

28 mar 2022 . Actualizado a las 11:44 h.

Transformar España implica contar con el sector naval por ser estratégico para el fortalecimiento industrial y la generación de empleo, con una alta especialización tecnológica y un fuerte efecto tractor sobre la industria auxiliar. 70.000 empleos y una facturación superior a 7.500 millones, son bien demostrativos de la importancia del sector que destaca, además, por figurar nuestros astilleros en los primeros puestos mundiales dada su capacidad tecnológica para desarrollar prototipos a medida de todo tipo de buques.

No es de extrañar que desde la publicación del «Plan España Puede», haya habido una presión constante para que se contemplara un PERTE naval no anunciado en primera instancia. Galicia ha estado especialmente activa. El Senado adoptó, a propuesta de un senador pontevedrés, urgir al Gobierno a su aprobación. La patronal gallega del metal, Asime, también lo propuso basado en la capacitación del personal, la atracción del talento y la digitalización.

Y este 15 de marzo del 2022, el Gobierno lo aprobó con una inversión total de 1.460 millones (310 millones del sector público y 1.150 millones del privado). Es un proyecto de colaboración público-privada centrado en la transformación de su cadena de valor mediante su diversificación hacia las energías renovables marinas y los buques de bajas emisiones, su digitalización, la mejora de su sostenibilidad medioambiental y la capacitación de sus empleados.

Las primeras críticas no tardaron en llegar y es cierto que la inversión pública puede parecer limitada, pero quizás haya que fijarse más en el esfuerzo estratégico y de gobernanza que hacen creíble que este tenga vocación de permanencia como instrumento de planificación, por lo que lo importante es el ecosistema creado que incita a la movilización rápida de proyectos por parte de la industria naval y en la medida en que se avance, se podrán canalizar nuevas ayudas públicas determinando beneficios mayores de los que se obtendrían con un uso exclusivo de recursos propios y, no solo en términos económicos, sino en la adquisición de capacidad para formular una estrategia adecuada ajustada a los requerimientos futuros del sector. A por la transformación integral de la industria naval.