Retrato de una ciudad dormida

Vítor Mejuto
VÍTOR MEJUTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

José Pardo expone hasta finales de noviembre «Desprotección», una cuidada selección de su última serie de fotos, en la Casa da Cultura de Pontedeume

23 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Los fotógrafos de prensa, en especial los que defienden una edición local, están vinculados a un territorio. Salen todas las mañanas y sus cámaras no descansan. Sus ojos miran constantemente. Pero no siempre piensan. Muchos no se plantean otra cosa (y no es cosa pequeña) que levantar acta de una realidad a veces cambiante, a veces tozudamente inmutable. No es el caso de José Pardo. Pardo comenzó su proyecto expositivo Fotodecó aislando su pulsión documentalista para centrarse en aspectos más esteticistas, en sucesos derivados de la composición, en encuadres clásicos y juegos rítmicos. Fotos de gran belleza pero de lectura universal: una realidad intercambiable. Pero la cabra tira al monte. El gran fotógrafo de prensa que domina a Pardo sale a flote. Los retratos de una sociedad herida comenzaron a aparecer. Hay algo peligroso en el arte social: que solo persiga el aburrido sermón. En estas fotos no ocurre. Porque Pardo apela a los recuerdos de sus vecinos. Un ejemplo perfecto es la foto de un perro de porcelana que durante cuarenta años habita una tienda de muebles. Los muebles cambiaron o se vendieron, pero el perro jamás se movió. El perro se incrustó en la memoria del transeúnte. De alguna forma el perro no estaba en venta. Hoy la tienda está vacía. El perro persiste. En la ciudad siempre hay cosas que persisten. En eso posa la mirada Pardo, con un cierto ánimo de denuncia, pero sin la pomposa pretensión de agitar las conciencias. Más bien se trata, otra vez, del retrato. El retrato de una ciudad. En ninguna fotografía aparece una sola persona. Pero mucha gente en Ferrol se ha visto fielmente retratada. Para sus escenarios, completamente evocadores, parece recurrir a una escenografía estudiada, a la manera de Jeff Wall. Pero luego resulta que es totalmente azarosa, resultado de una minuciosa observación. Otra vez aparece el documentalista. Ahora hace una cosa que resulta clave: cambia el tempo. Cambia la urgencia propia del trabajo en el periódico por un paciente acompañamiento de las diferentes realidades que le rodean. Cuando las hace suyas la foto resulta natural. El artificio desaparece.