«Siento orgullo por lo que he logrado»

Margarita Mosteiro Miguel
MArga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Sandra Alonso

Loli Motos, Jennifer Ferreruela y Jacob Jiménez son tres de los referentes del colectivo gitano de Santiago por sus logros en educación y empleo

13 nov 2023 . Actualizado a las 19:32 h.

Para la Fundación Secretariado Gitano es prioritario conseguir referentes que sirvan de ejemplo a otros niños, jóvenes y adultos para continuar su formación, aspecto clave «para romper el círculo y acceder a mejores empleos», apunta Ana Suárez, directora de la entidad. Uno de los referentes más destacados es un chaval, natural de Lugo, que terminó sus estudios de Derecho en la USC y actualmente prepara unas oposiciones vinculadas a esa formación. Otro es un joven que terminó el ciclo superior de Administración y Finanzas; dos que estudian ciclos medios de Comercio; y una tercera que cursa el ciclo medio de Cocina. Además, un joven estudia segundo de bachillerato con el objetivo de matricularse en el ciclo superior de Administración e Finanzas. Y una joven está cursando primero de bachillerato con su meta en la medicina. Ana Suárez subraya su esfuerzo: «En ocasiones sienten que no son capaces o que no tendrán oportunidades. Por eso es tan importante que se vean reflejados en otras personas de su propia etnia que están abriendo nuevas puertas».

Uno de esos referentes es Jennifer Ferreruela, de 22 años. Es la primera de su familia que completa el bachillerato, «y también hablo inglés». Ahora confía en que sus hermanos más pequeños se miren en ella para seguir adelante. Al terminar el bachillerato le hubiera gustado hacer Animación 3D, pero económicamente no fue posible. «Sufrí un pequeño revés», lamenta. Tras un tiempo de bloqueo, explica, «la fundación fue un gran apoyo para mi y seguí formándome. También mis padres son claves para que siga adelante». Sin perder la meta de la Animación 3D, Jennifer está completando un curso de atención al cliente, y en unos días comenzará sus prácticas en un comercio textil de As Cancelas. «No abandono la idea de estudiar. Ahorraré y lo haré», apunta firme Jennifer, que asegura que «supone mucho esfuerzo, pero vale la pena. Creo que, si te propones algo, puedes conseguirlo. Los baches y los golpes no son siempre. Un fallo no determina el resto de tu vida, y es importante pedir ayuda cuando la necesitas». Loli Motos, de 39 años, aplaude su constancia y perseverancia, convencida «de que Jenni conseguirá lo que se proponga. Algún día veremos su nombre en los rótulos de una película».

Loli Motos trabaja en la charcutería de un supermercado de Área Central: «Me siento respetada y querida por mis compañeras y por los clientes. Me siento orgullosa de lo que he conseguido y estoy contenta de servir de ejemplo a mis hijos». Esta mujer considera que, en su caso, podría estar sometida a una doble discriminación, como gitana y mujer, pero «hay que plantar cara. Las mujeres, gitanas o payas, pueden ser lo que quieran. Las gitanas estábamos limitadas a la familia y el mercadillo, pero hay que romper el círculo. Mi marido es un gran apoyo, y me anima a seguir», confiesa. A Loli y a su familia, la pandemia los dejó sin los ingresos de la venta ambulante. Actualmente, su marido, que se dedica como autónomo a la compraventa de coches, sigue un itinerario para buscar otra salida laboral, que podría estar vinculada al mundo del motor. «Los mercadillos van camino de desaparecer, y hay que abrir otras puertas», señala. Loli llegó a la fundación «por una amiga, en el 2022, para hacer un curso de costura. En octubre empece en el programa Calí e hizo prácticas en charcutería. «Y empezaron a llamarme. Si hace dos años me dicen que iba a trabajar en una charcutería, les hubiera dicho que estaban locos. Es satisfactorio saber que valemos para algo más que el mercadillo», asegura. Aunque resta importancia a ser un referente, reconoce que «a veces vienen niñas para saber qué hacer para trabajar en una charcutería. Me gusta».

Loli Motos compagina su trabajo y la atención de su familia con los estudios para obtener la titulación de graduado de ESO. «Ahora estudio como mis hijos y competimos el de 16 y yo en notas y en quién acabará antes. No tuve la oportunidad, pero no es tarde». Dice que una de sus hijas quiere estudiar Derecho: «Tendrá nuestro apoyo para lo que sea».

PACO RODRÍGUEZ

«Fui el primero en abrir el círculo y ya son cuatro años de contrato»

Jacob Jiménez tenía 16 años cuando le dijo a sus padres que no seguiría estudiando, y tres meses después les comunicó que tampoco quería trabajar en el mercadillo. «No creían en que conseguiría un trabajo diferente, pero me apoyaron. Fui el primero de mis hermanos en abrir el círculo, y aquí estoy. Ya son cuatro años de contrato en el VIPS como cocinero, y mi hermano mayor es repartidor de mercancía», destaca. Jacob no se siente referente, «pero les como la cabeza a mis amigos, porque el mercadillo no tiene futuro». Recuerda que empezó «de favor en un bar de Salgueiriños, y luego de ayudante del ayudante. No se fiaban, pero ahora soy coordinador, me dejan las llaves y confían en mi», apunta. Jacob se siente orgulloso «de demostrar que no somos como se cree. Tenemos que ayudar a abrir mentes».

La fundación respaldó a 194 personas para buscar nuevas alternativas

En Santiago, la Fundación Secretariado Gitano atendió a 194 personas este último año. Se calcula que la población gitana de Santiago ronda las 2.000 personas. Dentro del programa Acceder, 30 encontraron un empleo. En un año, vinculado a este plan, se firmaron 50 contratos. Con Promociona-T se trabaja con 39 alumnos de 26 familias, y con 13 centros educativos. Las coordinadoras de barrios se reactivaron tras el parón por la pandemia. Además, 42 mujeres tienen itinerarios individuales y se ayuda en 13 casos de discriminación, dentro del programa Calí. El plan contra la pobreza y la exclusión social cuenta con 165 participantes.