Emergencias médicas en pleno vuelo: «Hay un montón de partos»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Imagen de archivo del aeropuerto de Bilbao.
Imagen de archivo del aeropuerto de Bilbao. LUIS TEJIDO | EFE

Un comandante y dos tripulantes de cabina explican los protocolos que se deben seguir en el aire si la salud de alguien está en peligro

28 mar 2024 . Actualizado a las 12:02 h.

Todo piloto y tripulante de cabina de pasajeros (TCP) tiene un vuelo que nunca olvidará. Las razones para que se quede grabado pueden ser muchas, pero la salud se lleva un puesto casi prioritario. Las turbulencias, esperas en el aire o cancelaciones —los grandes temores de un pasajero— pasan a un segundo plano cuando la siguiente frase suena en el altavoz: «¿Hay algún médico a bordo?». La buena noticia es que, en una amplia mayoría de las veces, la respuesta es afirmativa.

La seguridad y la salud en pleno vuelo están ampliamente estudiadas. Hay un plan B, C y D si hace falta para que, en caso de emergencia médica, o bien se atienda al pasajero, o bien se aterrice el avión. 

El máximo responsable es el comandante, «para lo bueno y para lo malo», puntualiza Javier Madejón, vicedecano del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (Copac) y comandante de líneas aéreas. Por suerte, dice, nunca ha tenido que lamentar un problema de salud demasiado grave de alguno de sus pasajeros.

El protocolo a seguir depende de distintas variables. En primer lugar, de la fase en la que está el vuelo. «Si vamos a despegar y es una cosa complicada, volveríamos al aparcamiento para esperar a los servicios médicos y desembarcar al pasajero», aclara. Una vez en el aire, los factores se suman. Uno de los primeros pasos una vez los tripulantes de cabina detectan un problema relacionado con la salud consiste en avisar al comandante: «Con ello, ya empezamos a evaluar qué opciones tenemos para actuar en estas situaciones, los aeropuertos, la metereología, el peso del avión en ese momento o las pistas disponibles», indica. 

Una vez informados, Madejón explica que lo siguiente es solicitar a la tripulación auxiliar que busquen un médico o personal sanitario dentro del pasaje. «Hacemos un anuncio a través del altavoz, pidiendo que se presente», detalla. Por suerte, casi siempre hay uno e, incluso, más. «Si hay varios podemos decidir en función de la afección que ocurra. Pero siempre hay algún médico, enfermero o veterinario», detalla. 

Pan-pan

A continuación, el profesional realiza una primera valoración, lo que determina el devenir. «Si es algo que siempre ocurre, como un mareo, una falta de oxígeno o exceso de dióxido de carbono, lo podemos solucionar», precisa Madejón. Ahora bien, si la gravedad es mayor y corre riesgo la vida del pasajero, la decisión está clara: Pan-pan o Mayday.

El primero es un término que se emplea, en comunicaciones radiotelefónicas, para indicar que hay una urgencia a bordo pero que, por el momento, no hay peligro inmediato para la vida de alguien o de todos en general; «suele ser el que corresponde a los problemas de salud». Estos también pueden llegar a ser un Mayday, que indica la máxima emergencia y que, por tanto, la vida de alguien puede estar en peligro. «Si ya hemos avisado a control con alguna de las dos, sabemos que vamos a tener prioridad para aterrizar y que van a llamar a los servicios médicos. Al llegar, nos mandarían a una posición de aparcamiento y ahí podrían subir los profesionales antes, incluso, de que bajen los pasajeros», explica, a grandes rasgos, el comandante. 

Tocar tierra no siempre es algo inmediato. En vuelos nacionales o europeos, «solemos estar a unos 20 o 25 minutos de poder aterrizar en cualquier aeropuerto, porque hay infinidad de ellos», señala. Cuando se trata de cruzar el Atlántico o el Pacífico, la situación se complica. «Hay una regla que sirve para certificar los aviones de dos motores y que puedan hacer estos viajes. Establece que el tiempo máximo de distancia a un aeropuerto, que puede estar volando con un solo motor, son tres horas», precisa. Un abanico que puede ser suficiente o no. 

El avión está preparado para casi cualquier situación. Tanto, «que lleva certificados de nacimiento, bodas o defunciones» que, en caso de ser necesario, el comandante podría firmar. 

Parte de los estudios se centran en salud

La formación de la tripulación en cabina contempla un amplio abanico de posibilidades. «El 30 % del temario está dedicado a patologías que se puedan dar en vuelos y en primeros auxilios», indica Virginia López del Alcázar, responsable de Salud Profesional de la Asociación Española de Tripulantes de Cabina de Pasajero (Aetcp). En suma, cada año, tienen que someterse a un curso de refresco. «En lo que se hace más énfasis es en el suministro de oxígeno a un pasajero, en la maniobra de Heimlich y en la técnica de la reanimación cardiopulmonar», señala Andrea Enríquez, más conocida en redes como La Azafata Hipóxica, instructora de la Escola Aeronáutica de Catalunya. Además, y desde hace años, la mayoría de aviones cuentan con desfibriladores en rutas superiores a cuatro hora, que pueden ser empleados por los TCP. 

«En esta profesión se trata de que todos estos conocimientos tan adquiridos que, en un momento de estrés, te sigan saliendo de manera automática y natural», precisa la responsable de la entidad nacional. Son plenamente conscientes de que, para muchos, estar en el aire no es tema de coser y cantar. 

Cada aeronave lleva dos botiquines. Uno destinado a problemas «de andar por casa» y otro que solo puede abrirse con el permiso del comandante para ser empleado por un profesional de la salud. «Si se administrasen mal los fármacos que contiene en su interior podrían acarrear efectos secundarios, por eso, solo se permiten a los expertos», indica Enríquez. 

Los problemas relacionados con la salud más habituales son los ataques de ansiedad, «porque a mucha gente le estresa volar, y otros lo hacen porque tienen a un familiar enfermo o recientemente fallecido», precisa López del Alcázar; también las situaciones de hipoxia por claustrofobia, las relacionadas con el sistema circulatorio, respiratorio, con temas de glucemia o caídas de tensión. «Tenemos que pensar que el avión puede afectar a todo el organismo porque salimos de nuestro medio habitual», añade la experta. 

Precisamente por esta razón, recuerda que, cuando recomiendan evitar el consumo de alcohol tienen argumentos a su favor: «Mucha gente se piensa que es para que no nos molesten, pero en realidad no es por eso, sino por la forma en la que afecta. Una cerveza en un avión equivale a tres en tierra. Estamos en una situación con menos oxígeno, lo que hace que la proporción de alcohol en sangre se perciba mucho más elevada», explica. Lo mismo sucede con las grandes comilonas, «hay gente que come indiscriminadamente y luego aparecen problemas digestivos», indica. 

¿Tiene sentido avisar a los tripulantes de cabina si padeces algún problema de salud que se pueda ver alterado? No es obligatorio, pero recomiendan hacerlo. «Todo lo que sea prevención es mejor. Hace que nosotros podamos estar más atentos. Por ejemplo, si por una mala circulación en las piernas necesita levantarse cada cierto tiempo, puede ser una buena idea. Al hacérnoslo saber, o bien le dejamos más espacio para ello o podemos acercarlo a nuestra zona de descanso para que se mueva un poco más cómodo», contempla Enríquez. 

En pleno vuelo

En más de una ocasión, los tripulantes deben intervenir. «Hay un montón de partos», destaca López del Alcázar. En un vuelo a Nueva York en el que ella iba trabajando, se pensó que un chico podía tener un infarto. «Al preguntar si había un médico a bordo, dio la casualidad de que había cinco cardiólogos de lo más punteros que iban a un congreso a los Estados Unidos», recuerda. ¿La buena noticia? Al final, solo fue una indigestión. 

Muchas historias también les hacen conectar con los pasajeros. Doce años después, la responsable de salud profesional de la Aetcp todavía intercambia mensajes con la mujer de un hombre «al que literalmente le salvamos la vida porque tuvo una hipoglucemia en pleno viaje», explica. 

Madejón solo recuerda un problema con mayor gravedad. Esto son buenas noticias. «Volviendo de París, un joven empezó a tener convulsiones. Por suerte, estábamos a dos minutos de aterrizar, así que avisamos a la compañía y al llegar ya subieron los servicios médicos», concluye el comandante. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.