El aspirante a suceder a Mujica en Uruguay tratará de evitar la segunda vuelta el domingo

c. o. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

La popularidad del presidente impulsa al candidato de su propio partido

21 oct 2014 . Actualizado a las 07:19 h.

El próximo domingo algo más de dos millones y medio de uruguayos decidirán, en comicios en los que votar es obligatorio, quién sucederá al presidente José Mujica. Además, renovarán los 31 senadores y 99 diputados que los representan.

El principal aspirante a sustituir al exguerrillero del Frente Amplio en marzo del 2015 para un período de 5 años es su compañero de filas Tabaré Vázquez, que ya ejerció como jefe del Estado entre el 2005 y el 2010 en un país en que la Constitución prohíbe la reelección. Pero aunque el candidato de izquierdas llegará al domingo con todas las trazas de lograrlo, no obtendrá sin embargo los apoyos suficientes como para evitar una segunda contienda. El 43 % de votos que le otorgan las encuestas lo obligará a volver a medirse el 30 de noviembre, con toda probabilidad contra el 33 % de apoyos que espera alcanzar el conservador Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional (o Blanco).

El tercer candidato con alguna posibilidad, pero ya muy remota (15 %), es Pedro Bordaberry, del partido que tradicionalmente mandó en Uruguay, el Colorado. Bordaberry mira a Brasil y espera verse reflejado en el espejo de Aécio Neves, que había partido con los peores pronósticos al inicio de la campaña. El cartel uruguayo se completa con cuatro candidatos sin apenas proyección: Pablo Mieres, del Partido Independiente; Gonzalo Abella, de Unidad Popular; César Vega, del Partido Ecologista Radical Intransigente, y Rafael Fernández, del Partido de los trabajadores. Solo el primero de ellos llegaría a sumar un 3 % de votos.

Lacalle Pou, hijo de un expresidente y bisnieto del principal caudillo de su partido, pertenece a una tradicional familia política. Su campaña incide en la educación, la seguridad y la lucha contra la inflación. El hijo del exdictador Juan María Bordaberry (1973-1976) es la segunda vez que concurre a unas presidenciales, tras liderar la recuperación de su partido, que había sufrido una dolorosa derrota en el 2004 tras ser protagonista de la política uruguaya durante más de cien años. También enarbola la bandera del control de la inflación, conteniendo el gasto público.

Pero Vázquez luce frente a sus oponentes los logros de un Gobierno que disminuyó el nivel de pobreza del 39 al 12 % (desde el 2004) y un paro por debajo del 7 % (según el Fondo Monetario Internacional).

Reforma constitucional

Además, los uruguayos deberán expresar su conformidad con una reforma de la Carta Magna para rebajar la edad penal de los 18 a los 16 años en casos de delitos graves, un tema que tiene dividida a una población para la que la seguridad es uno de los principales problemas, y que tuvo un presencia importante en la campaña.