Acogimiento familiar especializado: «Todos los niños merecen un álbum con su nombre o tener a quien llamar de noche»

Mónica Pérez Vilar
MÓNICA P. VILAR REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Enrique y Loli, con su hija Natalia y el menor que tienen en acogida
Enrique y Loli, con su hija Natalia y el menor que tienen en acogida Santi M. Amil

Quince menores con circunstancias especialmente difíciles están acogidos en once familias a través de los programas Acoges+ que gestiona Aldeas Infantiles

29 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Angélica tiene dos hijas, de 14 y 16 años, a las que ha criado en solitario desde que hace años se divorció. Al hogar de estas tres mujeres llegará pronto un peque, como ella le llama, para no dar demasiados datos y preservar su intimidad. Y es que ese peque dejará el centro de menores en el que ahora reside para incorporarse a esta familia de acogida, una medida de protección para que niños y adolescentes que no pueden convivir con sus familias biológicas puedan estar cuidados con verdadero calor de hogar.

En acogida llegó también otro niño a la casa de Loli, Enrique y Natalia, hace ya casi trece años. Acababa de cumplir los tres, y el estado de abandono en el que llegó a los servicios sociales era alto. Tenía serias dificultades para comunicarse y problemas médicos, aún sin diagnosticar. Más tarde se confirmó un trastorno del espectro autista.

Los casos de Angélica y de Loli son distintos, pero tienen algo en común: ambos menores precisan de una dedicación mayor de lo habitual, no compatible con que su cuidador trabaje. Por eso las dos forman parte de Acolles+, un programa de acogimiento especializado promovido por la Consellería de Política Social y gestionado por Aldeas Infantiles. «Céntrase en conseguir fogares de acollida para nenos que teñen serias dificultades para conseguir un acollemento ordinario: por ser grupos de irmáns, ter algún trastorno, diversidade funcional ou discapacidade elevada, problemas emocionais ou difícil adaptación... En definitiva, atención constante», explica María Jesús González, coordinadora del programa. Por eso, además de formación específica y apoyo continuo, al cuidador se le formaliza un contrato de trabajo. Cotiza y tiene una remuneración a cambio de estar a tiempo completo al cuidado del menor.

«Yo llevaba tiempo anotada en el programa de acogida ordinaria, pero aunque tuve algunas propuestas nunca acabó de cuajar, porque me decían que era incompatible con mi trabajo, y yo tampoco podía estar sin trabajar», explica Angélica.

Para Loli, esta nueva modalidad ha venido a dar respaldo a la situación que hace más de una década la mantiene fuera del mercado laboral: «Desde que chegou non puiden volver traballar. Ten moitos problemas, asiste a moitas terapias... Ata cando está no cole teño que estar pendente porque en calquera momento poden chamarme porque convulsionou. Ter pasado a este acollemento profesionalizado non che vou dicir que non veña ben nos tempos que corren, pero sobre todo é gratificante».

«Trátase de compensar o seu esforzo, pero tamén de poñer en valor esa figura do coidador», explica la coordinadora de Acolles+. El programa tiene filtros iniciales que garantizan que ningún participante se mueva por motivos económicos —difícilmente compensaría, en realidad—, y exhaustivos controles posteriores para que se cumplan sus objetivos, que no son ni más ni menos que el bienestar de los menores. «El contrato es importante, no por el dinero, sino porque es la única manera de poder darte en un 200 % a esa personita que requiere una reparación emocional. Es la tranquilidad de que ella sea tu única meta. Y también la oportunidad para que personas que tienen la capacidad de volcarse y darles un futuro puedan hacerlo, sin impedimentos económicos o laborales», valora Angélica.

Crecer en familia

El sentido de la responsabilidad de esta mujer es altísimo, aunque ella le reste importancia y se limite a decir que todo sería mejor si este no fuera un país tan individualista. La convivencia con su peque empezará en breve. «Llevamos un mes conociéndonos, y la relación se va afianzando. El proceso es gradual, respetando sus tiempos», cuenta.

«Pensé que ningún niño debía crecer sin una familia, sintiéndose solo o de menos»

¿Por qué embarcarse en esta aventura, teniendo además otras dos adolescentes a cargo? «Porque pensé que ningún niño debía crecer sin una familia y sin un entorno seguro, sintiéndose solo o de menos. Y si yo ya he criado a mis hijas y ha salido bien ¿por qué no darle eso a otro niño?», responde, con la emoción temblándole en la voz. Porque las semanas desde que conoció a la menor que vivirá en su casa han estado llenas de ellas. De las pulsaciones a mil el día que la conoció —«Tuve que quitarme el reloj que las medía, pensé que estallaba», comenta—. Del rato en la biblioteca entre libros que, en realidad, eran para bebés, pero que su peque no tuvo ocasión de disfrutar antes. O de un regalo simple, como el libro con fotos que le preparó para presentarse: «Era algo tan sencillo... Y me dijo que lo iba a guardar hasta que se muriera. Si vieras su cara cuando corrió a enseñárselo a la educadora del centro. Y si vieras la mirada de dos adolescentes que estaban allí y que parecían decir ‘‘por qué ella sí y nosotros no''. Todos los niños merecen la oportunidad de ser eso, niños».

Loli tampoco presume de esta decisión solidaria que tomaron ella y su familia: «Somos xente normal. Nun principio o acollemento ía ser duns 15 días, pero chegou en tan mala situación... Acordeime da miña filla cando a adoptamos e entráronme moitas ganas de coidalo, porque o neno precisaba alguén que lle dera cariño. Non hai nada máis importante para un neno que saber que estás aí incondicionalmente, faga o que faga. É certo que resultou complicado polas circunstancias do neno, pero tan gratificante... Ver os avances que ía facendo, por pequenos que fosen; a primeira vez que me deu unha aperta, aínda que non fora capaz de empregar as mans, o primeiro bico... Non me arrepinto de nada, estamos moi contentos de que sexa un membro máis da nosa familia».

Distinto a la adopción

Como le pasó a Loli en su día, Angélica tampoco sabe cuánto durará el acogimiento. Esta medida no es una adopción, ya que la guarda o tutela sigue siendo de la Xunta. Y, si es posible en algún momento, lo ideal es que el menor pueda volver con su familia. «En la formación aprendí que no se trata de sustituir a su familia biológica, sino de completar la que ya tiene y darle opciones de futuro que quizás no tendría. De todos modos, creo que ella nos va a aportar más a nosotros que al revés».

«Tes que ter certa madureza, pero a experiencia é marabillosa»

No duda en animar a la gente a participar en el programa. «Tes que ter certa madureza, entender o que conleva, que hai certas cousas que igual non vas poder facer durante un tempo, pero paga a pena. É unha experiencia marabillosa, non coñezo a ningunha familia acolledora que diga o contrario. Algunhas din que engancha!», dice Loli. Y Angélica lo respalda: «Que no lo duden. Es una experiencia que te cambia desde el comienzo. Hay muchísimos niños esperando que los lleven a tomar un helado un día especial, tener un álbum de fotos con su nombre, tener alguien a quien acudir si tienen miedo de noche o a quien llamar si se encuentran mal... ¡Lo que piden es tan poco y dan tanto a cambio!».

Perfil variado de los cuidadores: parejas, familias monoparentales, con o sin hijos...

El programa Acolles+ financiado por la Xunta arrancó en febrero del año pasado. Desde entonces, se han formalizado acogimientos con seis familias, y tras Semana Santa, se espera el séptimo, explica María Jesús González, de Aldeas Infantiles. Dos familias más ya han pasado la valoración, y otras cuatro están en proceso. «Estamos moi satisfeitos co proxecto. O obxectivo é seguir fomentando o acollemento especializado e profesionalizado», indica la conselleira de Política Social en funciones, Fabiola García.

A mayores, hay otras cinco familias contratadas en Galicia a través de la versión estatal del programa (AcogES+), con los mismos objetivos, pero financiada por el Gobierno central. En total, hay quince menores atendidos por once familias. El perfil de estas es muy variado: monoparentales, parejas, con hijos, sin hijos... Hay bastantes educadores sociales entre los voluntarios y mayoría de mujeres.

Cinco de las familias han llegado a este acogimiento profesionalizado desde el programa ordinario, derivadas por la Xunta. Pero también hubo muchas llamadas nuevas. «Tivemos como un cento de interesados. Esa xente cubre un cuestionario de contacto, chámaselles e ese é un primeiro filtro. Hai xente que non segue. Por exemplo, se nunha parella os dous traballan e ningún quere deixar o emprego. Se seguen, hai unha sesión informativa e unha formación inicial, na que participaron 25 persoas. Logo dámoslles un período de reflexión dun mes. Finalmente foron 18 os que decidiron continuar. É unha decisión moi importante, é bo ir filtrando xente. Hai que garantir o compromiso, non se lles pode fallar aos rapaces. Os coidadores van facer unha crianza terapéutica que require estar completamente ao pé, o vínculo co peque ten que ser incondicional», defiende María Jesús González.

Cuentan con formación por parte de Aldeas Infantiles, pero también con un seguimiento continuo, que tanto Angélica como Loli destacan. «É moi importante coidar do coidador. Poden recurrir a nós en calquera momento», garantiza González.