Sexto aniversario del discurso más grave y difícil del rey en su labor de arbitraje

María Salgado
maría salgado REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Portada de La Voz de Galicia del 4 de octubre del 2017. Imagen con gesto grave de Felipe VI, que acusó de «deslealtad inadmisible» a las autoridades catalanas tras el 1-O
Portada de La Voz de Galicia del 4 de octubre del 2017. Imagen con gesto grave de Felipe VI, que acusó de «deslealtad inadmisible» a las autoridades catalanas tras el 1-O La Voz

El rotundo mensaje de Felipe VI el 3 de octubre del 2017 tras el referendo ilegal de independencia de Cataluña

04 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo empezaban a llamar Felipe VI el Quieto y el Escondido aquellos días críticos de octubre del 2017. Tras el referendo ilegal de independencia de Cataluña del 1-O y las cargas policiales que dejaron centenares de ciudadanos y agentes heridos, el monarca decidió dirigirse a los españoles en el momento de más inestabilidad política de la última década. Una decisión delicada que supuso el «acto de nacimiento del rey Felipe VI», como publicó Le Monde. Ayer se cumplieron seis años del discurso más grave y difícil del jefe del Estado en su labor de arbitraje.

Pasadas las seis y media de la tarde de aquel 3 de octubre, y coincidiendo con la multitudinaria huelga general catalana contra las cargas policiales, los medios anunciaron que el rey se dirigiría a la nación a las nueve de la noche. Estaba todo estudiado al milímetro. El monarca había consultado con juristas su intervención, había recibido el refrendo del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el apoyo del PSOE y de Ciudadanos.

Eran más de 600 palabras, en cuatro páginas, que había memorizado para hablar durante seis minutos. Más de 12,4 millones de personas vieron el mensaje del rey, que se emitió en 30 cadenas de televisión. De oscuro, con gesto serio, sentado en el mismo despacho de La Zarzuela donde su padre habló tras el golpe de Estado del 23F y ante la presencia de su heredera, el monarca hizo el primer discurso institucional de su reinado, al margen de tres mensajes anteriores de Nochebuena. Tras él, un retrato de Carlos III y las banderas española y europea.

Un mensaje rotundo

«Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática [...]. Determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía [...], demostrando una deslealtad inadmisible», afirmó, acusando a los mandatarios independentistas de «socavar la convivencia», «poner en riesgo la estabilidad económica y social» y situarse «totalmente al margen del derecho y de la democracia».

Felipe VI se dirigió entonces «a todos» los catalanes para recordarles que hay vías constitucionales para defender sus ideas, y les dijo a aquellos catalanes que estaban preocupados «que no están solos, ni lo estarán». Al conjunto de los españoles, les transmitió «tranquilidad, confianza y esperanza» porque «son momentos difíciles, pero los superaremos», y vaticinó «en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña».

La reacción de los partidos no se hizo esperar: PP, PSOE y Ciudadanos celebraron y agradecieron la intervención; Podemos lamentó que el rey uniera «su destino al PP»; los separatistas catalanes tacharon el mensaje de «espantoso»; y el PNV apreció que «Cataluña está un poco más lejos».