Claves para la recuperación

Juan Carlos Escotet ANÁLISIS

ECONOMÍA

MABEL RODRÍGUEZ

Para actuar ante una crisis no basta con disponer de recursos financieros

14 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A lo largo del siglo XX y de lo que ha transcurrido del XXI, tras la finalización de guerras o luego de que se produjera alguna catástrofe natural de severas consecuencias, distintos países han debido afrontar las enormes tareas de reconstrucción.

Algunos casos han resultado llamativamente exitosos. Pensemos en la Europa de la posguerra, la reconstrucción de Alemania, el proceso de modernización de Japón, el auge de Corea del Sur desde 1950 hasta hoy. Pero también ha habido sonoros fracasos, como la debacle de Haití después del terremoto del 2010, a pesar de las millonarias ayudas recibidas para su reconstrucción.

Aciertos y equivocaciones vienen a decirnos, en primer lugar, que para actuar ante una crisis, sea cual sea su origen y su magnitud, no basta con disponer de recursos financieros. Son necesarias otras voluntades que sobrepasan el mero cumplimiento de directrices y reglamentos. Me referiré brevemente a cinco aspectos, que tengo por prioritarios, y que considero serán fundamentales en la gestión de los Fondos Europeos de Recuperación.

El primer factor que quiero destacar, es el de la mentalidad necesaria para afrontar la recuperación. Las ayudas y programas de recuperación son -y así han sido diseñados- inversiones para construir futuro. Ese es su rasgo determinante. Pueden, en alguna medida, resultar útiles para afrontar las dificultades del presente. Pero sus propósitos son a largo plazo. Se trata de poner las bases para un salto productivo; de potenciar las capacidades de las personas; de reducir las brechas sociales; de no dar la espalda a las amenazas del cambio climático; de evitar el retraso digital, que no podemos perder nunca de vista.

La recuperación no debe ser para alcanzar el punto donde estábamos hace un año, sino para dar un salto a una mejor posición.

Superar el pesimismo

El siguiente factor que debo mencionar es, si se quiere, de orden psicosocial: esa variante del pesimismo que ha generado la pandemia, y que carga de nubarrones y amenazas la visión de los próximos tiempos.

El fin de semana pasado se publicó una información que recogía una alarmante caída de la tasa de natalidad en España. Ese es un claro indicador de una cierta prevención y hasta de temor hacia el futuro. Muchos ciudadanos se preguntan, legítimamente, si será posible superar las dificultades de hoy. Y ante ese estado de inquietud o de duda extendida, las empresas y las instituciones tenemos una tarea adicional por encarar.

Tenemos que trabajar también por la recuperación de la confianza. Aun cuando el virus haya modificado nuestras rutinas y nos haya impuesto limitaciones a nuestros modos de interactuar, las metas de progreso y bienestar de la sociedad española siguen tan vigentes como lo eran a comienzos del 2020.

Hay que actuar a favor del ánimo público, hay que reivindicar el valor del trabajo bien hecho y los esfuerzos, hay que recordar que sí es posible una vida mejor, y que no hay esfuerzo humano y productivo que sea en vano.

La siguiente cuestión que quiero mencionar, tercera en mis reflexiones, es el de la adaptabilidad a estos nuevos tiempos. Entiendo que no es fácil, en tan corto tiempo, aceptar que ahora vivimos en un mundo distinto. A menudo nos resistimos y hasta rechazamos el nuevo estado de cosas. Nos refugiamos en la nostalgia. Soñamos con que la realidad vuelva a ser la de hace un año.

Pero la recuperación nos exige aceptar que se ha producido un cambio muy profundo, y que toca sobreponernos, analizar los nuevos escenarios, rehacer el plan de vuelo y dar, sin demoras, los primeros pasos hacia las nuevas metas. Que la Comisión Europea haya puesto tanto énfasis en el concepto de resiliencia es muy atinado: nos recuerdan que, solo en la medida en que logremos adaptarnos, será posible reinventarnos y materializar las premisas de la recuperación.

Mi cuarta anotación remite a la cuestión de la responsabilidad de personas y organizaciones. Antes de la aparición de la pandemia, las exigencias del cambio climático, de la Cuarta Revolución Industrial, del declive demográfico y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible contenidos en la Agenda 2030, estaban allí y nos interrogaban. Nada de eso ha cambiado.

Al contrario, cada una de esas urgencias se ha potenciado y clama por la acción responsable y unánime de todos. Esta es la hora de la responsabilidad de personas y organizaciones. Nadie puede cruzarse de brazos y pretenderse como simple espectador de los tiempos. En la escuela, los centros de trabajo y en los espacios públicos, tenemos la doble responsabilidad de cuidarnos y de actuar para sumarnos a las metas de la recuperación y el avance hacia los tiempos que vienen. Es un llamado ineludible, que estamos en la obligación ciudadana de atender.

He dicho, hasta aquí, que no bastan recursos financieros. Hace falta:

  • que coloquemos el futuro en el primer plano de nuestros pensamientos;
  • que no olvidemos que no hay esfuerzo vano, si contamos con una brújula y un destino para los próximos años;
  • que estamos en el momento adecuado para adaptarnos y celebrar lo que viene;
  • que ninguno de nosotros está exento de asumir como propias las tareas de la sostenibilidad y la revolución digital.

Estoy convencido de que no podremos dar los pasos que queremos, y este es el mayor de los deberes, si en la sociedad continúan estimulándose el malestar, la crispación, la polarización social y política, el desgaste de las instituciones, el fuego cruzado sobre personas y organizaciones.

Sostengo que ha llegado el momento de proteger los asuntos que son esenciales para el futuro de Galicia, de España y de Europa: este es un momento de diálogo, acuerdos y consenso. De la transparencia, la evaluación permanente y la coordinación entre las instituciones. Corresponde asumir que el presente y el futuro nos demandan acciones que son impostergables, y que no es responsable perder un minuto más en debates corrosivos e improductivos, cuando son tantas las tareas de recuperación que tenemos hoy y mañana, todas benéficas, todas imprescindibles, todas urgentes.

Intervención de Juan Carlos Escotet Rodríguez en el primer Foro Industrial de Fondos Europeos de Recuperación.