Sin necesidad de tila al gran examen

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Por primera vez, la banca española llega sin sobresaltos a las pruebas europeas de resistencia; será el paso definitivo para volver a la normalidad

25 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Por primera vez desde hace cuatro años, desde que se hacen esas pruebas, la banca española llega a los test de estrés con seguridad. Sin que se le mire de reojo. Sin esperar sobresaltos. Sin verse señalada por los mercados, los analistas o los gobiernos internacionales. En el sector y en el propio Banco de España esperan unos buenos resultados para los 15 grupos que se evalúan y cuyos resultados se conocerán el domingo a mediodía. En total hay 130 las entidades en toda la eurozona que desnudarán sus cuentas ante el BCE y probarán su resistencia ante un escenario adverso. Según los datos que ayer filtró la agencia Bloomberg, basadas en un borrador, 25 de esos bancos no pasarán el filtro. No se citan países, aunque hay un cierto consenso entre los analistas en que las entidades más expuestas son las de Chipre, Portugal, Eslovenia y, claro, Grecia. Las de países que o han sido rescatados o estuvieron a punto de serlo. Medios financieros como The Wall Street Journal ven posible que caiga también algún banco italiano. O belga. España expone a todos sus grandes operadores, desde Santander, BBVA, Popular, Caixabank... hasta grupos medianos como Abanca. Y, salvo giro inesperado, todos superarán los listones marcados. Ayuda, desde luego, haber inyectado en los últimos cinco años unos 74.000 millones en ayudas públicas.

¿Qué son exactamente esas pruebas?

Son, en resumen, dos evaluaciones que hace el Banco Central Europeo (BCE). En primer lugar, un análisis de la calidad de los activos de cada banco, midiendo exposición a la deuda soberana, sector inmobiliario, hipotecas... Siguiendo una serie de patrones homogéneos. Es decir, sobre los datos que proporcionan los bancos a 31 de diciembre del 2013, el supervisor hace sus propios números y llega a un resultado, una solvencia determinada. Luego, desde este último punto, sobre sus propios datos, el BCE somete a la banca a una situación de estrés: recesión, subida del paro, baja inflación, nueva caída del precio de la vivienda... Y se mide qué ratio de capital, de solvencia. Si se resistiría a una nueva tormenta.

¿Qué nota hay que sacar?

Para el primer ejercicio, el de la calidad de los activos, la nota ha de ser mayor al 8 % de capital. Gracias a sus provisiones para contingencias, se espera que España pase ahí con nota. Para el segundo ejercicio, el del estrés, el baremo es del 5,5?%. Y puede haber alguna entidad algo justa.

¿Qué pasa si se suspende?

Los que no lleguen a los umbrales exigidos tendrán un tiempo para poder hacerlo, bien con una ampliación de capital, con emisión de bonos... Hay posibilidad de reválida, sí, pero tirando de chequera, y podrían suponer sacrificios para accionistas o clientes. Esas son las consecuencias en la calle. En la documentación que se hará pública mañana se dará la cifra exacta de déficit (en millones de euros). Pero si el suspendido ya tomó medidas correctoras entre enero y septiembre, no tendrá que hacer nada.

¿Y por qué se hacen ahora estas pruebas?

Primero, para dar tranquilidad a los mercados, en un ejercicio de transparencia total. Segundo, más importante, porque a partir de noviembre todos los bancos de la eurozona que superan los 30.000 millones en activos (en España, casi todos, salvo las cajas rurales) pasan a estar controlados por el BCE. Nace la supervisión única. Y el guardián del euro quiere saber bien a las claras a qué se expone.

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