José Cuba: «Recomiendo la lucha para los niños»

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Con 43 años y casi 25 sobre el tapiz, asegura que no piensa en la retirada

21 abr 2024 . Actualizado a las 23:21 h.

Acaba de cumplir 43 años y sigue al pie del cañón. No tan entregado como en el punto álgido de su carrera, pero entrenando y compitiendo con cierta regularidad. Y sumando éxitos. Hace solo un año, José Cuba (Berna, Suiza, 1981) se coronaba de nuevo campeón de España de lucha olímpica, una modalidad con un buen vivero de promesas en Vilalba, donde se instaló cuando tenía 6 años y el punto de partida de la carrera de un deportista que, de momento, no pone fecha de caducidad a su larga aventura sobre el tapiz.

—Tiene 43 años y ya lleva casi 25 en esto. ¿Empieza a cansar?

—Empecé tarde, con 19, pero ya son muchos años, sí. El paso del tiempo se nota, claro, aunque al ser algo que me gusta lo voy llevando bien. La ilusión sigue ahí. A medida que pasan los años no queda otra que ir cambiando de hábitos y adaptarte a las circunstancias del trabajo, la familia...

—¿Hasta qué edad se puede ser competitivo en la lucha?

—Depende un poco de las características de la persona. Ahora mismo, en el panorama internacional debo ser uno de los más longevos, si no el que más.

—Es inevitable pensar en la retirada, ¿no?

—Tengo asumido que cada vez está más cerca, pero no me marco plazos ni pienso en ello. Desde hace ya algún tiempo miro al futuro año a año, no más allá. Mientras me vaya encontrando bien y siga siendo competitivo, continuaré.

—Vayamos al principio de todo. ¿Cómo empezó en esto?

—Comencé un poco de rebote. Me gustaba mucho el deporte, no hacía ascos a ninguna disciplina, aunque en mi parroquia la oferta deportiva era fútbol y poco más. Cuando crearon el club de lucha en Vilalba me animaron a que probara y me gustó mucho desde el primer día. De repente, pasé de entrenar solo un día a la semana a hacerlo todos los días.

—Cuando uno es joven los deportes de contacto no son bien vistos por los padres. ¿Fue su caso?

—No. Mis padres siempre me apoyaron y además les gustaba ir a verme competir. Lógicamente estaban preocupados por que no me hiciera daño. Hoy en día la lucha en Vilalba está muy arraigada, goza de mucha popularidad y ya no sorprende que un niño haga lucha. Es más, la recomiendo porque fomenta mucho el respeto, la educación, el esfuerzo... Es un gran filón de valores, además de ser un deporte muy completo.

—Fue 19 veces campeón de España. Casi nada.

—Puede ser. Más o menos, sí.

—¿Perdió la cuenta?

—Nunca la llevé. Siempre entendí que el tema del palmarés hay que mirarlo cuando uno se retira. Nunca fui de echar la vista atrás y disfrutar de lo que había conseguido, me gustaba mirar hacia delante, hacia la próxima competición.

—¿El primer título fue el más especial?

—Todos son especiales porque detrás de cada uno hay mucho trabajo detrás, tanto por mi parte y la de mi entrenador (Iván Castro), como por parte de mis compañeros de equipo, y diferentes intrahistorias.

—Además de maña y fuerza, ¿qué otras cualidades se requieren para ser un buen luchador?

—Aquí no hay una característica que prime por encima de otra. Hay que tener unos mínimos de fuerza, de maña y de inteligencia, y a partir de ahí cada uno explota lo que más domine. Hay luchadores muy tácticos porque son muy buenos a nivel de inteligencia, otros que son portentos físicos y son capaces de llevarse los combates por su fuerza, y lugo hay los que técnicamente están tocados por una varita y con eso son capaces de imponerse a la fuerza y la inteligencia.

—¿Cuál fue su combate más satisfactorio?

—Un triunfo que me hizo especial ilusión fue el que conseguí en un torneo internacional en Rusia, que entendíamos como la cuna de nuestro deporte. El pabellón lleno, la gente pidiéndome fotos... Fue algo especial.

—¿Y el más frustrante?

—Aquí no tengo ninguna duda. Fue en el 2008, en el último clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Pekín. Llegué a la semifinal y, si ganaba, conseguía plaza olímpica. Fue un combate en el que no tomé muy buenas decisiones. Tuve muchas oportunidades de pasar, pero acabó haciéndolo el luchador húngaro.

—En otras ocasiones también se quedó a las puertas de ser olímpico.

—Antes de Londres 2012 la fastidié en cuartos de final por estar más pendiente de la semifinal, y en Tokio 2020 también me quedé en cuartos de final.

—¿Es una espina que tiene clavada?

—Sí, por supuesto. El sueño de cualquiera que practique un deporte olímpico es estar en unos Juegos. Es la meta principal.

—Cada vez más mujeres practican lucha. ¿Cómo está el tema de las barreras de género en su disciplina?

—Más o menos igual que en el resto de deportes, aunque considero que de un tiempo a esta parte hemos avanzado mucho en este sentido. En Galicia tenemos dos chicas muy buenas, Lydia Pérez y Nerea Pampín.

EN CORTO

José Cuba es graduado en INEF y agente en la Comisaría Provincial de Lugo, a cuyos compañeros agradece su trato y apoyo.

—¿Por qué se hizo policía?

—Siempre me llamó la atención, pero fue un poco por casualidad. Un amigo me convenció y di el paso junto a mi mujer. Estoy muy contento de haberlo hecho.

—¿De niño soñaba con otra profesión?

—Mis aspiraciones estaban enfocadas en el deporte. Y, ya de joven, el de policía era un trabajo que me atraía.

—¿Cuál era su materia preferida cuando estudiaba?

—Las matemáticas.

—Si no fuera luchador, ¿en qué otro deporte destacaría?

—Hice fútbol, taekuondo, balonmano, rugbi, ahora dedico tiempo a la bici de montaña... Cualquier deporte me gusta.

—¿Qué aficiones tiene fuera del deporte?

—El bricolaje y, sobre todo, estar con la familia, que es lo que me ocupa ahora la mayor parte del tiempo.

—¿A qué deportista admira?

—A Nicolás Castro, que fue siempre mi referente. Cuando yo empecé, él ya estaba en la selección nacional y me fue guiando. Ya a nivel de más élite, a Rafa Nadal porque me parece un ejemplo como deportista y como persona.

—¿Le gusta leer?

—Sí, aunque lo tengo un poco abandonado.

—¿Es bueno en la cocina?

—Me gusta y me relaja, pero no soy demasiado bueno.

—¿Cuál es su especialidad?

—Desde el confinamiento, las tartas.

—¿Agua, vino o cerveza?

—Normalmente agua, y me gusta tomar alguna cerveza.