Ana Peleteiro: «Nos castigamos por encajar en un canon de belleza que no sé quién carajo inventó»

LA VOZ REDACCIÓN

DEPORTES

A. Pérez Meca / Europa Press

La atleta ribeirense hace balance de su primer año como madre en una entrevista en Vogue con la medalla en los JJ.OO de París 2024 como objetivo. «Estoy preparada para separarme de mi hija algunas semanas y focalizarme en mí como deportista», sentencia

29 feb 2024 . Actualizado a las 19:41 h.

Ana Peleteiro (Ribeira, 1995) está de enhorabuena. El 18 de febrero conseguía en Ourense el oro en el Nacional de pista corta con una marca de 14,32 metros, emocionándose hasta llorar por haber conseguido la mínima clasificatoria para los Juegos Olímpicos de París del próximo verano. Vive un momento de éxito en lo deportivo y de tranquilidad en lo personal, tal y como confiesa en una entrevista en la revista Vogue pasado un año tras el nacimiento de su hija Lúa. Ambas cosas le permiten estar más centrada que nunca en su carrera deportiva. «Lúa está ya algo más mayor, me apetece más que se quede con sus abuelos y con sus primos. Noto que estoy preparada para separarme de ella durante algunas semanas y focalizarme en mí como deportista», indica.

Repetir y mejorar sus resultados olímpicos

Sobre su presencia en París el próximo verano, la atleta lo tiene claro: «medalla, no hay otra cosa». Quiere estar entre las tres mejores en su disciplina, aunque no especifica si el metal será de bronce, como el obtenido en Tokio 2020, o aspira a plata u oro. Lo que sí destaca es el intenso trabajo tras dar a luz para recuperar e incluso mejorar su estado y forma física. «El 20 de diciembre de 2022 me estaban abriendo siete capas de abdomen para ver a mi niña por primera vez. Hoy, gracias al trabajo específico que he realizado junto a la preparadora Cristina Díaz, tengo esa zona incluso más fuerte que antes de ser madre», relata a Vogue.

Otro nombre propio en su progresión deportiva en los últimos meses es el de Iván Pedroso, su entrenador. «Confío plenamente en él. Además, desde que di a luz, nuestra relación está en un momento muy dulce. Tengo muchísima confianza en este año. Y me encanta, porque hay quienes no la tienen. Hay quienes piensan que por haber sido madre, mi éxito en la pista es cosa del pasado», destaca.    

Ana Peleteiro y su marido, Benjamin Campaoré, en un evento social celebrado el pasado mes de noviembre
Ana Peleteiro y su marido, Benjamin Campaoré, en un evento social celebrado el pasado mes de noviembre José Oliva | EUROPAPRESS

Maternidad y salud mental

La intensa preparación olímpica la compagina con la vida con su marido, el también atleta francés Benjamin Campaoré, y con su bebé Lúa de solo un año. Y la combinación de todo puede llegar a ser estresante. «He tenido que desenterrar a la Ana más trabajadora y más persistente, a la Ana que aunque se levante cansada tras una noche sin pegar ojo, tiene que ir a entrenar. La maternidad hace que, a veces, todo sea una odisea. Para mí, aunque pueda parecer una tontería, lo que más me sorprendió de ser madre es que algo tan simple como ir a tirar la basura requería de una logística de la leche. Pon a la niña en el carro, ponle el abrigo, coge la basura... cuando te quieres dar cuenta, llevas una hora intentando salir de casa», comenta al respecto. Por eso Ana también deja una reflexión para que la realidad no merme el estado anímico, ya que «la maternidad te puede alejar de ti como mujer por completo» y por eso aconseja mimarse a nivel mental. «Durante los cinco primeros meses de mi hija, es que ni me peinaba. No me daba la vida. Y hubo un día en el que dije: "No. Necesito volver a cuidarme, a sentirme bien"». En su reportaje para Vogue, cita a su coach Rebeca López, quién según ella la ha ayudado a priorizarse «porque si yo no soy feliz, mi hija lo va a notar». «Necesitaba llegar de entrenar y quedarme 15 minutos en el coche escuchando la radio y mirando por la ventana y pensando: "Estoy reventada, tengo que subir porque tengo una hija a la que atender, pero déjame disfrutar de estos últimos momentos de soledad del día"», confiesa. 

Su adopción

Hablar de su pasado y de la vida personal obliga a Peleteiro a mencionar su adopción. «Al fin y al cabo, como mi madre me abandonó nada más nacer, me dejó en el hospital, tengo mucho miedo a que las personas que quiero desaparezcan. Un bebé, a quien necesita, es a su madre gestante, pero, a pesar del trauma, se puede ser muy feliz en la vida si se tiene la suerte de caer en una familia maravillosa como la mía», comenta en Vogue la campeona de España, que nunca ocultó su condición de adoptada. Eso sí, puntualiza que también ha tenido que enfrentarse por este motivo a comentarios dañinos y a un discurso de odio que no es cierto: «Los haters, cuando me atacan, me dicen: "Puta negra, vete a tu país". Esto es algo que me da rabia, porque yo nací en Galicia el 2 de diciembre de 1995. Mi madre biológica es blanca, coruñesa, y fui, al parecer, su segundo embarazo. Ella dio a luz en su casa con 18 años y me dejó en el hospital"». «Necesitaba que alguien me criara por ella», añade, poniendo en valor a la familia que la acogió que la recibió con cariño dada la imposibilidad de tener hijos: «es un tema del que no me importa hablar porque me siento superorgullosa. La adopción es algo maravilloso y creo que hay un montón de niños en la misma situación que yo que se merecen una segunda oportunidad».  

Defenderse como mujer «a puñetazos»

Fue una niña feliz y reconoce que tardó en darse cuenta de su color de piel. «En mi casa nunca me trataron diferente. Me di cuenta de que era negra… ¿con 14 años, a lo mejor? (risas) Solo sufrí un poco en el instituto, donde había compañeros que me insultaban. Pero siempre me supe defender muy bien: a puñetazos». Un espíritu de lucha que también traslada a su condición de mujer, más aún después de ser madre. «Me costó mucho volver a verme otra vez con mi ropa de competición. Me tuve que decir a mí misma: "Si a alguien le molesta que salga con un michelín en una foto, que se enfrenten ellos a nueve meses de embarazo y una cirugía mayor". Las mujeres todavía nos castigamos mucho si no encajamos perfectamente en ese inalcanzable canon de belleza que no sé quién carajo se inventó», argumenta.