El penúltimo servicio de Álex López al Racing

DEPORTES

JOSE PARDO

Tras su paso por la primera australiana, el mediocentro, que jugó cinco campañas en la élite, renunció a otras ofertas para acabar su carrera en el equipo de su vida

27 may 2023 . Actualizado a las 16:38 h.

En julio del 2019, diez años después de tomar la autopista hacia el sur, para instalarse en Vigo, Álex López (Ferrol, 1988) regresó al punto de partida. Tenía 31 años y propuestas mejores. «Desde pequeñito, yo nunca fui del Madrid ni del Barcelona. Mi equipo siempre fue el Racing», había respondido, tiempo antes de su regreso, cuestionado por sus afinidades futbolísticas.

«A Álex lo conozco desde los seis años, cuando jugaba al fútbol sala en el Hórreo. Luego estuvo en el San Pedro, antes de venirse al San Rosendo, que era entonces el filial del Racing. Allí empecé a entrenarlo. Era un niño inquieto, que destacaba mucho, que competía hasta con su sombra», recuerda Guillermo García Agulló, el técnico que lo impulsó en la base ferrolana. Con 16 años, cuando Álex López jugaba en la División de Honor Cadete y fue convocado con la selección española sub-16, el interés de numerosos clubes hizo que el Racing le firmase un contrato de cinco temporadas, prorrogable a otras cuatro más. Se comprometía a pagarle un colegio privado, en el que estudiar el Bachillerato, y a que entrenase desde el año siguiente con el primer equipo. Con 15 años, y de la mano de Luis César, Álex López ya había debutado con el primer equipo en el trofeo Concepción Arenal. Fue contra el Deportivo.

Álex López, con 15 años, sujeta un biberón tras debutar con el primer equipo del Racing
Álex López, con 15 años, sujeta un biberón tras debutar con el primer equipo del Racing GEMMA SANZ

Unos años más tarde, el Celta y el Dépor hablaron con García Agulló para interesarse por Álex, que había tratado de rodarse en O Val y en el Narón. «El Racing no le dio oportunidades suficientes y marcharse a Vigo fue un salto importantísimo para él. Ya el primer año destacó sobre manera. Allí se hizo un hombre y llegó a Primera División», recuerda el técnico. «El año que llegó, la rompió. Hizo muchísimos goles. Paco Herrera se lo llevó a la pretemporada y en dos semanas decidió hacerle ficha con el primer equipo», recuerda Dani Abalo, con el que coincidió en sus inicios en el Celta y tras su regreso a Ferrol.

«Siempre jugó en el centro del campo. Se fue probando, más adelante, más atrás, pero la esencia sigue siendo la misma. Es un creador de juego, un conductor, el tipo que lleva el equipo hacia adelante», dibuja García Agulló. El trofeo Manuel de Castro, que encumbra al mejor jugador celeste del año, y que ha recogido ocho veces Iago Aspas, lo votan desde hace doce los aficionados, los periodistas y los propios futbolistas. La primera edición del galardón la recogió Álex López. Un dato que ilustra su brillante irrupción. «Consiguió el ansiado ascenso a Primera y la permanencia», señala Abalo.

«En Vigo se le cortó la progresión cuando llegó un entrenador que por encima de todo quiso poner a un amigo suyo, a un jugador que le gustaba más. Lo sacó del equipo y Álex tuvo que irse a buscar el pan a otro sitio. En aquel momento lo pasó mal. Yo no soy de dar consejos, pero le mandaba algún mensajillo de vez en cuando como amigo», admite García Agulló. Ese técnico, el que cambió su rol en el Celta, fue Berizzo.

«El talento ni se compra, ni se vende, ni se aprende»

Álex se marchó a Inglaterra. Hizo una gran temporada en el Sheffield de la Championship, que entonces entrenaba Carlos Carvalhal, hoy técnico del Celta. Allí arrancó un periplo que lo llevaría luego a Valladolid y a Gijón, antes de marcharse a Australia para jugar en el Brisbane Roar. «Lo seguí allí e hizo una temporada brutal, era muy superior al resto. Es muy complicado llegar a la élite y mantenerse a ese nivel», dice Abalo. Fue el preludio de su regreso a casa. «Dio un paso que no lo daría cualquiera. Pasar de un equipo de élite a la Segunda B, a un Racing recién ascendido de Tercera. Lo apostó todo por volver a su equipo, a su casa», razona Abalo.

«Vino para dejarnos los últimos destellos del gran futbolista que es», añade García Agulló, que se resta méritos en la carrera de Álex. «En todo caso, los tienen sus padres. Ellos son los verdaderos mentores, los que lo llevaban a entrenarse y lo han formado. El talento ni se compra, ni se vende, ni se aprende. Los demás le habremos ayudado, pero en poquita cosa».

Paco Fernández, Diego Rivas, Diego Piñeiro, Pablo Rey y Álex López
Paco Fernández, Diego Rivas, Diego Piñeiro, Pablo Rey y Álex López CÉSAR TOIMIL

El regreso a Ferrol no tuvo el inicio soñado. «Viví con él los dos primeros años de su vuelta. El primero fue muy duro. No me gusta decirlo, ni echarle la culpa a nadie, pero teníamos un entrenador [Emilio Larraz] que no era capaz de sacar lo mejor de él, lo alejaba mucho del balón. No supo ver las grandes cualidades de Álex y sufrió un poquito. Pero creo que, con la llegada de Cristóbal Parralo, le dio la vuelta. Se hizo un importantísimo en el equipo, demostró que es un jugador súper válido y es capitán general para este Racing, demostrando que es un jugador de primer nivel. Ojalá tenga ahora la recompensa que se merece», sostiene Abalo.

Fuera del campo, poco ha cambiado en el entorno de este chaval humilde y bromista, desde que se marchó con 21 años, hasta hoy. «Tiene sus amigos de siempre y se casó con su novia de siempre. Seguimos teniendo un grupo, desde que tenían diez o doce años, y seguimos haciendo las mismas fiestas que entonces. No ha cambiado en nada. Álex es el hijo que quisiéramos tener todos», remata García Agulló a la espera del partido decisivo.