El más forzudo de España

Xosé Ramón Castro
X. R. Castro VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Óscar Vázquez

El vigués Roberto Rodríguez gana la liga de fuerza en su debut en la competición

21 oct 2014 . Actualizado a las 20:16 h.

Roberto Rodríguez (Vigo, 1990) es el más forzudo de España. El campeón de la Liga nacional de fuerza. Un hombre capaz de arrastrar 16 toneladas, de elevar un artefacto de 120 kilos por encima de su cabeza o capaz de aguantar 57 segundos sosteniendo una barra de 20 kilos de peso. El vigués lo hace todo a lo grande desde el día que vino al mundo. Pesó al nacer 5 kilos, a los 12, cuando era portero de la selección gallega de fútbol sala, ya había alcanzado los 100, y ahora, con 23 abraza los 170 (mide 1,84).

Roberto, que antes había hecho un poco de boxeo y culturismo, se apuntó el título en su primera temporada, iniciando su periplo competitivo en una previa y tras comenzar el torneo como colista. «Empecé en serio con esto en enero (había probado en el 2010 pero entonces era muy joven para la disciplina). Fui a una previa, la superé, y en el primer campeonato, con los nervios tenía el estómago fatal y quedé el último. Luego en Sevilla me encontré mucho mejor, ya iba más tranquilo y quedé tercero y en el anterior a este quedé primero, aunque hubo un fallo en contra de un juez. En este último, en León, ya gané con claridad, venía con la espina clavada y quería dejarlo un poquito claro», comenta. Ganó las cinco pruebas (arrastrar un camión de 12 toneladas, colocar un cilindro de 120 kilos por encima de la cabeza para hacer repeticiones, soportar un peso muerto de 310, aguantar 57 segundos sosteniendo una barra de 20 kilos y triunfando en la combinada). Su pleno le valió para remontar los 13,75 puntos que tenía de déficit.

Mancuernas de 70 kilos

Todos los números que rodean la vida de Roberto Rodríguez son XXL. Comenzando por el entrenamiento. «No hago máquinas -siendo niño cargaba cien kilos que levantaba con una sola pierna-, solo mancuernas, tengo unas de 70 kilos y se me quedan un poco pequeñas». El plan de entrenamiento, que él mismo diseña con la ayuda de su padre, supone una media de tres horas diarias. «Entreno músculo por día y los viernes simulo las pruebas dependiendo del torneo voy enfocando los entrenamientos ahí». También tiene un tiempo para los abdominales «pero despacito y a mi ritmo, porque nunca se van a ver y no me preocupan mucho».

La comida también está acorde con el tamaño y el esfuerzo. El objetivo es almacenar una media entre 10.000 y 15.000 calorías por día «y a veces tengo hambre y como para adelante, pero otras me cuesta». Para alcanzar la cifra comienza el día con una pizza como desayuno, a media mañana le toca un bocadillo, a la hora del almuerzo apuesta por la pasta o el arroz con atún (casi siempre carbohidratos), a la merienda «lo que haya» y por la noche, un día pescado y otro carne. «Los chuletones de mi madre son de kilo y medio», aclara.

Porque en este deporte no hay que controlar el peso, sino todo lo contrario. «Cuando más pese mejor, lo que tengo es que controlar el diámetro de la cintura para la barriga por movilidad para alguna pruebas que me obligan a agacharme mucho».

Gracias al apoyo familiar y de un par de pequeños patrocinadores, el campeón puede dedicarse en exclusiva a su preparación. El próximo reto será afrontar a finales de noviembre el Campeonato de España -que para él está en un segundo escalafón- y en función del resultado vivir su bautismo internacional en Oporto. Será el primer paso para buscar un sitio en el mundial de la especialidad, su gran objetivo de futuro. «Ahora quiero acabar el próximo torneo, ver qué tal lo hago en Europa, el año que viene seguir en la Liga para intentar revalidad el título y poco a poco ir subiendo. Mi objetivo es competir con los mejores en un mundial». Con 23 años, con fuerza bruta para regalar y con una dosis añadida de agilidad y resistencia, no tiene límites.