Después de un dos más uno de Kleber y de una canasta de Nankivil la diferencia superó la barrera de los diez puntos: 69-58. Y Moncho Fernández optó por retirar al americano para poner en pista a Jesús Chagoyen. El veterano pívot le devolvió la confianza multiplicada, porque Doblas ya no volvió a producir ante el aro santiagués. Y no porque no lo intentase, sino porque se encontró con una oposición que no fue capaz de sortear.
Chagoyen, además, sumó un par de tiros libres y una bandeja, corrió para arriba y para abajo y encandiló a la afición.
A la conclusión del encuentro transpiraba satisfacción, y no pudo contener la sonrisa cuando oyó unos gritos rítmicos que coreaban su nombre desde el túnel de salida de los vestuarios. Era su compañero Triguero.
Una batalla especial
La de ayer fue una batalla más en una larga lista, pero con un sabor especial: «Contento. Ganamos, y con una renta considerable». También satisfecho a título particular: «Para mí es un regalo poder jugar aquí delante de cinco mil personas. Disfruto jugando a baloncesto y no hay mejor escenario que este». Y con el añadido del agradecimiento por los cánticos de la afición.
Salió todo según lo previsto: «Ellos son una plantilla de calidad, pero más bien corta. Sabíamos que en el último cuarto, si seguíamos con un buen ritmo, tendríamos muchas opciones de ganar».
Chagoyen quiso poner en valor la victoria: «En esta Liga ganar un partido es complicadísimo. No hay partido fácil, todos los rivales son complicados. Cada triunfo hay que disfrutarlo. Nos cuesta mucho trabajo durante la semana, mucho esfuerzo. Y gracias al apoyo de nuestros aficionados, los dos partidos de casa nos han salido redondos».