A Coruña, ante el reto integral de transformar su fachada marítima tras veinte años de planes fallidos

David García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

La creación del consorcio de Administraciones en dos meses y un nuevo convenio para urbanizar los muelles reabren el debate para impulsar la transformación del puerto y la ciudad

22 abr 2024 . Actualizado a las 19:01 h.

El accidente del Prestige en el 2002 hizo reaccionar a las Administraciones y la respuesta fue la construcción del puerto exterior de A Coruña, una infraestructura cuyas bases se plasmaron en los convenios del 2004, en los que quedó reflejada también la liberación de los muelles interiores de la ciudad por el traslado de la actividad industrial, así como la transformación de la fachada marítima.

Veinte años después, los coruñeses siguen suspirando por que se cumpla este último apartado y observan cómo los organismos políticos no han concretado ningún plan ni los términos para devolver a los ciudadanos una zona privilegiada de la urbe. Oslo, Róterdam, Bilbao, Marsella o Barcelona son algunas de las ciudades que impulsaron transformaciones con las que integraron sus puertos. A Coruña ansía que las palabras se transformen en hechos y se dejen atrás las oportunidades perdidas en los dos últimos decenios, los proyectos fallidos y los sueños rotos de muchos ciudadanos que vieron pasar ante sus ojos la posibilidad de situar la ciudad a la vanguardia.

Hace más de tres años comenzó la apertura provisional de los muelles de Batería, Calvo Sotelo y Trasatlánticos, pero más allá de poder pasear, celebrar conciertos y acoger las exposiciones de la Fundación Marta Ortega Pérez (MOP), todavía no hay un plan definido con proyectos específicos. No se sabe ni cuánto costará ni qué se hará. Estos han sido los avances más destacados de los últimos veinte años, que se antojan insuficientes a la vista de los ambiciosos proyectos que se presentaron desde entonces.

Pero A Coruña vuelve a tener ahora una gran oportunidad. En la reunión de la comisión municipal sobre la fachada marítima de este mes se anticipó que, a principios de junio, podría haber un primer avance de acuerdo entre Administraciones para impulsar de una vez un plan integral para nuestro borde litoral. Ahora habrá que ver si se cumple ese plazo y si esa proposición cae en saco roto como otras en los últimos años, además de conocer en qué consiste. 

 

Solución global

La transformación de la fachada marítima es el gran reto de la ciudad, pero también la oportunidad de ser protagonistas a nivel nacional e internacional. La solución deberá consensuarse entre el Puerto, el Ayuntamiento, la Xunta y el Gobierno central. Las posibilidades que ofrecen los muelles interiores por su extensión y ubicación requieren de una solución moderna, novedosa, singular y global que responda a las necesidades y retos de la urbe.

Los convenios del 2004 recogían la venta de los muelles como solución principal para aliviar la deuda del Puerto tras la construcción de Langosteira, una carga de 281 millones a pagar hasta el 2051. Estos acuerdos decayeron en el 2020 sin que hayan sido sustituidos, y es una de las cuestiones más urgentes que las Administraciones deben resolver. Tras sendas propuestas que presentaron la Xunta y el Ayuntamiento para adquirir los muelles, las tornas cambiaron y ahora la opción de pagar por estos terrenos parece un capítulo cerrado. 

Un nuevo modelo

El nuevo modelo avalado en los últimos meses por el Puerto, el Gobierno gallego y el local refleja una apuesta diferente, con las concesiones como fuente de ingresos para las arcas portuarias. El camino iniciado por la Fundación MOP con sus exposiciones sobre reconocidos fotógrafos internacionales, seguido por una solicitud de concesión por nueve años, es la solución con más opciones de abrir camino, pero aún son muchos los interrogantes por resolver.

De apostar por este modelo, será necesario que se impliquen firmas u organismos dispuestos a desarrollar proyectos novedosos y de altura que conviertan los muelles interiores de la ciudad en un lugar singular que, además, sirva como reclamo para ciudadanos y visitantes.

En España y Europa hay modelos de éxito en los que inspirarse y en los que la inversión privada facilitó la reconversión de zonas portuarias. En Santander, la Fundación Botín construyó un edificio y se encargó también de la adecuación del entorno y del mobiliario urbano. A Coruña cuenta con el potencial suficiente para dar un salto que la sitúe a la vanguardia, pero el reloj sigue corriendo sin que por ahora haya una respuesta.

Un cambio completo e integral desde los Cantones hasta Oza

ANGEL MANSO

El muelle de San Diego, si se incluyen el petrolero y la estación de mercancías, cuenta con una superficie cercana a los 400.000 metros cuadrados, casi lo mismo que Trasatlánticos, Batería, Calvo Sotelo, Linares Rivas, A Palloza, Este y Centenario juntos. Su distribución, mucho más compacta que la del resto, hace que suponga una ocasión única para contribuir al desarrollo inmobiliario de la ciudad dentro del término municipal.

El planeamiento urbanístico vigente y los convenios del 2004 incluyen la posibilidad de construir en San Diego hasta 5.700 viviendas, lo que sería la mayor promoción de la urbe. La creación de pisos en el resto de zonas no se plantea para dedicarlas a otros usos, de ahí que San Diego aparezca como una oportunidad para responder a los problemas de vivienda en A Coruña, que incluso solicitó ser declarada mercado tensionado por el continuo incremento de los precios inmobiliarios.

El planeamiento no es el único que prevé que se construyan edificios residenciales en San Diego, ya que el estudio encargado por el Ayuntamiento a la Universidade da Coruña (UDC) también considera la vivienda como una de sus propuestas para esa zona, aunque rebaja la edificabilidad hasta la mitad. 

Repsol, hasta el 2027

En los últimos años, las Administraciones dejaron a un lado el futuro de San Diego, señalando que hasta el 2027 no finaliza la concesión de Repsol, que hace más de un año trasladó el tráfico de petroleros a Langosteira y ya prepara el de los refinados, que siguen llegando al muelle petrolero interior.

Sin embargo, son menos de tres años los que faltan para el final de su concesión y la dilación de soluciones para la fachada marítima hace presagiar que es necesario trabajar ya en una propuesta para esta zona, con la idea de que no suceda como en otras partes del borde litoral.

La potencialidad de San Diego invita a convertirlo en el nuevo gran barrio de la ciudad, y el proyecto de la UDC prevé acompañar las viviendas con equipamientos para diversas finalidades, como culturales o sociales, edificios con usos vinculados al mar y zonas verdes, entre otras. A todos ello se uniría un nodo de transporte en la actual estación de mercancías, principalmente dedicada ahora a la madera y el vidrio, que pasaría a ser parte de la red de infraestructuras de transporte colectivo de viajeros tanto por carretera como por ferrocarril, sirviendo como complemento a la intermodal, que debería estar lista en el 2026. 

Jardines hasta el mar

El traslado de la actividad pesquera e industrial que sobrevive en los muelles a Oza y Langosteira abriría por completo el frente marítimo urbano a una nueva realidad para la que ya hubo proyectos destacados, como el de Joan Busquets, que en el 2004 propuso convertir el Centenario en una isla con edificios singulares o zonas verdes y embarcaderos, o crear un gran lago uniéndolo de manera artificial a San Diego.

Los proyectos para la fachada marítima no son los únicos que permanecen en un cajón desde hace años, lo mismo sucede con los Cantones. El gobierno local señaló la reforma de este punto de la ciudad como su gran apuesta para el pasado mandato, pero transcurrido un año del segundo —pandemia por medio—, por ahora sigue con cambios provisionales, igual que los muelles abiertos a la ciudadanía. La renovación de los Cantones permitiría llevar los jardines hasta los muelles y dar un giro radical a la fisonomía de esa zona. 

Convenios, una cumbre y un consorcio

Los partidos políticos señalaron la transformación de la fachada marítima como uno de los pilares que marcarían este mandato, pero la comisión municipal ha tardado casi un año en reunirse por primera vez. Uno de sus objetivos es la conformación de un consorcio junto al resto de Administraciones implicadas para definir unos nuevos convenios que reemplacen los del 2004 y definan las actuaciones a llevar a cabo, así como la inversión necesaria y las tareas que asumirá cada parte.

Para esta cuestión todavía no hay fecha y la última referencia es la cumbre celebrada en María Pita en febrero del 2021, en la que se desbloqueó la construcción del enlace ferroviario a punta Langosteira. Desde entonces, lo más destacado fue una oferta de la Xunta para comprar los muelles rechazada por el Ayuntamiento y una propuesta municipal que el propio Concello dio por decaída después de que desde la Autoridad Portuaria se indicase que la actividad del puerto exterior generaría ingresos suficientes para aliviar la deuda del ente —281 millones a pagar en 27 años— que, por otra parte, el Gobierno central insiste en no condonar, al contrario de lo que sucedió en Valencia.