Lavado de cara a la casa Viturro, joya del modernismo coruñés

A CORUÑA

El edificio proyectado por Galán Carvajal en la esquina de la calle Compostela con la plaza de Lugo, en manos de una familia desde 1912, estará cuatro meses en obras

20 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue la primera estructura de hormigón armado de A Coruña y una de las últimas obras de Julio Galán Carvajal antes de abandonar la ciudad a la que había llegado diez años atrás para ocupar la plaza de arquitecto provincial. Modernista pero con un pie en el eclecticismo, la casa Viturro nació en 1910 a caballo entre dos mundos. Ya se habían derribado las murallas que protegían la Pescadería por donde hoy discurre Juana de Vega. La ciudad se expandía por el Ensanche, hacia Juan Flórez, al calor de una burguesía que deseaba expresar su fortuna, cultura y refinamiento en amplias y modernas residencias, ventiladas, luminosas e impensables hasta entonces en la ciudad histórica. Y todo ello resuelto con la estética de una nueva época, empapada de las vanguardias centroeuropeas, gracias a las revistas y los viajes de artesanos y arquitectos que las adaptaban al lenguaje local.

En este escenario adquiere el abogado liberal y secretario de la Diputación Manuel Viturro Posse un edificio en construcción orientado al mediodía en la privilegiada esquina de la calle Compostela con la plaza de Lugo. En el portal, un 8 que remite a la tipografía de las entradas del Metro de París diseñadas por Hector Guimard, impulsor del art nouveau francés. Dentro, un espacio despampanante de decoraciones vegetales que condensa en pocos metros la excelencia de los talleres coruñeses de fundición, madera, piedra y vidrio. Al fondo, el primer ascensor, hoy renovado, que se instaló en un edificio de viviendas.

A este portal se asoman en horario de oficina —sirve a cinco viviendas y 17 locales— turistas y amantes del modernismo deslumbrados por su ornamento. «El portal es una locura», reconoce Alonso Viturro de la Torre, nieto del fundador y, junto a su hermana Elena, uno de sus habitantes. A pesar de que el edificio figura en multitud de guías y en visitas que programa el Ayuntamiento, «no recibe ningún tipo de ayuda o subvención por parte de ningún organismo, corriendo la propiedad con todos los gastos y mantenimiento», subraya el presidente de la comunidad.

Cuatro años de trámites

La familia Viturro conserva el 56 % de la propiedad y guarda con celo el legado y la encomienda de mantener un edificio de 112 años, catalogado y difícil de descifrar. Ha vuelto a ocurrir a propósito de la rehabilitación de la fachada que acaba de iniciarse después de más de dos años de trámites en el Ayuntamiento y algo menos en la Xunta. «Hay cosas que despistan una barbaridad. En mi infancia recuerdo la casa color cemento (habría perdido la pintura) y mi hermana dice que recuerda el verde que está en el portal y que yo creo que es el original, porque también está en un edificio modernista cerca», explica Alonso Viturro. En una reforma reciente, sin embargo, la comunidad y el contratista eligieron, a falta de documentación histórica, un ligero color crema. Suficiente para la Administración: les han advertido que no pueden salirse de esa gama.

Así lucirán, dentro de cuatro meses, el águila recién posada que corona el encuentro de las fachadas, las cariátides y las piñas, los motivos de áticos y miradores y los dos frentes. Pero más allá del color, la casa Viturro quedará libre de polución, humedad, amenazas de desprendimientos y de las fisuras dejadas por la obra del 2004 en la plaza de Lugo, que provocó el descenso del nivel freático del subsuelo y el asiento del edificio. En la lucha por la supervivencia de las arquitecturas históricas en A Coruña, esta de Julio Galán tiene el cielo ganado.