«Si eres taxista no puedes andar dudando de la gente»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

El conductor contó en Radio Voz cómo sufrió su segundo atraco en siete meses en la madrugada del pasado domingo

21 oct 2014 . Actualizado a las 08:18 h.

«Cuando iban a montar en el taxi yo ya les vi que podían darme problemas. Pero claro, si eres taxista no puedes andar dudando de la gente, porque no trabajas, no ganas». Con resignación explicó ayer en Radio Voz José B. V. cómo vio venir el atraco que sufrió la madrugada del pasado domingo en su taxi. El segundo robo de este tipo que ha vivido en tan solo siete meses: «Ya me atracaron en marzo, pero entonces me llevaron unos 130 euros», recuerda con amargura.

Este pasado fin de semana no llegaron a robarle nada, pero el susto no se lo quita nadie. Eran las 5.15 horas del domingo y José estaba en la parada del Obelisco. Vio cómo se acercaban tres jóvenes de origen sudamericano: «No sé si será un sexto sentido que vas desarrollando, pero al verlos ya dije: ¡Uy, mamaíña!». Le preguntaron a través de la ventanilla cuánto les cobraba por una carrera hasta Mariñeiros y se montaron en el taxi. «Uno iba haciéndose el dormido y los otros dos echados hacia adelante, con sus caras muy cerca de la mía. Ya me pareció una actitud rara, pero pensé, malo será. No fui relajado en ningún momento», recuerda el taxista.

Al llegar a destino se negó a introducirse en las calles interiores de Mariñeiros: «Les dejé en la ronda de Outeiro, a la altura de la parada de bus del número 291. Y menos mal, porque nada más parar el coche ya me echaron la mano al cuello», relata José, que en su intento por librarse de los atracadores no tuvo tiempo ni para apretar el botón de alarma que llevan los taxis: «La alarma tienes que tenerla pulsada unos diez segundos para que salte. Y yo solo tuve tiempo para sacármelos de encima y salir del coche».

Los atracadores persiguieron a su víctima hasta que se cruzó otro taxista al que José pidió ayuda: «Cuando le dije que llamase a la policía salieron corriendo», apunta. Dieron el aviso por radio y comenzó una búsqueda de los malhechores que culminó en la calle Alcalde Liaño Flores, donde finalmente la policía se hizo cargo de los cacos: «Aparecieron muchos taxistas. Tengo mucha suerte de tener unos compañeros como estos», dice emocionado.

A pesar del susto, José empezó su turno a las cinco de la mañana de día siguiente como si nada hubiera pasado: «¿Qué le vas a hacer? Si ni siquiera puedes fiarte de las pintas que lleven, que hace tres años era uno de corbata el que atracó a unos compañeros. Eso sí, intentaré trabajar menos de noche», dice resignado. Asegura que no cuenta con más medida de seguridad que «mi puño» y pide algún tipo de ayudas para instalar mamparas: «Son caras y difíciles de poner, pero es que estamos totalmente expuestos», afirma.