Esperanza: una teoría científica

flor lafuente INSTRUCTORA Y FORMADORA CERTIFICADA EN BIENESTAR INTEGRAL

CIENCIA

Ernesto Mastrascusa | EFE

30 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Por qué deberías aceptar ese dolor en la cintura si es mejor levantarse de un respingo de las sillas? ¿O el desamor de un amante, si podrías estar dando un romántico paseo por el Sena? ¿Por qué abrazar los sinsabores de la vida, las circunstancias que no te agradan? Si puedes regodearte en la queja, ¿por qué aceptar lo perdido? 

Cerrar el foco en lo negativo (una tendencia natural del cerebro) refuerza y perpetúa todo lo que está mal. Y, de camino, te roba la esperanza. El esplendor de la vida te es negado. Tus grandes aspiraciones se derrumban como naipes. Has perdido la ilusión.

Pero la realidad no tiene por qué estar de acuerdo con tus expectativas. Para encontrar una salida a tu situación, debes primero aceptar las cosas tal cual son. Cuando está lo suficientemente oscuro, dice el refrán, puedes ver las estrellas. Abrazar la oscuridad te obliga a aguzar la vista y a enfocarte en las posibilidades. Eso da esperanza. Y la esperanza es el motor para la acción. Sin ella, no hay futuro.

De todas las emociones positivas, la esperanza es la única que se activa frente a lo negativo, según la ciencia. Cuando algo va mal, la necesitas para no hundirte en la desazón. Y así funciona: es una herramienta de supervivencia. La esperanza te da confianza, te hace notar que no estás tan indefenso, que hay algo, aunque sea pequeño, que puedes controlar para cambiar el futuro. Aunque sea tu actitud.

La esperanza es una habilidad que se aprende, y hay un método científico que te enseña a recuperarla. En su amplia investigación, el psicólogo Dan Tomasulo identificó siete actitudes que harán renacer tu esperanza.

Busca posibilidades: enfócate en lo que puedes controlar para cambiar la situación y no en lo que no puedes modificar.

Nota lo bueno: desarrolla gratitud por las pequeñas cosas; respiras, salió el sol, un pájaro canta, alguien te sonrió hoy.

Cultiva emociones positivas: asombro, interés, alegría, amor, serenidad. Trae más de lo bueno a tu día.

Usa tus fortalezas: no te centres en lo que te falta. Apóyate en tus habilidades para salir adelante.

Revisa tus metas: si el objetivo de largo plazo quedó lejos, establece micrometas para la siguiente hora. ¿Qué te haría sentir mejor? ¿Dar un paseo? ¿Ordenar tu escritorio?

Comprométete con un propósito, algo que te inspire a mirar hacia adelante. Tal vez ayudar a otros.

Aprecia a los demás: las relaciones son el principal indicador de felicidad. Alivian tu carga.

Finalmente, recuerda las palabras de Tomasulo: «La esperanza nunca está más lejos que tu próximo pensamiento».