Apaleados en territorio comanche

Miguel Álvarez LUGO / LA VOZ

DEPORTES

AGENCIA LOF

El Lugo, que acabó con nueve, no supo contrarrestar la agresividad del Alcorcón

24 nov 2014 . Actualizado a las 10:09 h.

La dialéctica pierde efervescencia cuando el cuero echa a rodar. Mucho se habló durante la semana de la agresividad del Alcorcón y de las filosofías diferentes asimiladas por los dos adversarios que se pelearon ayer en Santo Domingo. Pero, a base de intensidad, los amarillos borraron al Lugo del mapa. Lo previsible se tornó incontrolable. Y la mala fortuna quiso que José Juan, que cuajó una actuación interesante, metiese la pata cuando se mascaba un empate heroico. El portero no acertó a atrapar un envío aéreo y Verdés sacó la caña para empujar el cuero a la red. Lástima que las películas de indios y vaqueros no estén de moda en el Ángel Carro. La caballería no llegó a pesar de que los fusileros aguantaron a los comanches durante 84 minutos.

El Alcorcón planteó la batalla esperada. Agresividad, contacto y envalentonamiento fueron los ingredientes que catapultaron a los locales en los compases iniciales. No había paños calientes. El Lugo se amedrentó. La incógnita sobrevoló el ambiente. Conocido el manual práctico de los amarillos, ¿por qué los de Bordalás sorprendieron y descolocaron a los rojiblancos? El guion previsto de agresividad extrema y las disputas a tumba abierta funcionó a las mil maravillas.

En la lluvia de impactos propuesta por los amarillos, el Lugo se diluyó como un azucarillo. El balón no le duraba. Y las collejas del Alcorcón le hacían daño no solo en el aspecto físico, sino en el moral. Las estadísticas de los pases se hicieron añicos. Porque el rondo no aparecía, ni se le esperaba. Los visitantes se acogotaron y, como suele suceder en estas situaciones, se les vio el plumero con más claridad en los lances violentos. Porque el adversario está infinitamente más curtido en terrenos pantanosos. Y llevó la guerra a su ambiente. Así llegó la expulsión de Borja Gómez, inocente a pesar de su experiencia, a la hora de acercarse a Guichón en actitud amenazante. Cazado y a la ducha.

Variaciones

Con uno menos, Pita retrasó su posición al puesto de central y David López se colocó a los mandos del equipo junto a Seoane. Pero las sensaciones que desprendían los rojiblancos hablaban de encomiendas, rezos y monsergas por conservar el 0-0 inicial. Así, Aganzo se colocó el sombrero para ejercer de llanero solitario desasistido.

El Lugo acumuló efectivos en la retaguardia para contener a un Alcorcón que, a pesar de la superioridad numérica, fue perdiendo lucidez. Y, contra pronóstico, el choque se equilibró. Los rojiblancos dejaron de padecer y a los locales les fue más complicado administrar sopapos ante un adversario recluido en el monasterio de José Juan.

«Virgencita, que me quede como estoy», debió pensar Setién cuando colocó sobre el tapete a Pelayo en lugar de un extenuado Aganzo. Pero la noche no estaba para juegos corales. Manu vio el camino a la caseta después de cortar un contragolpe del Alcorcón y el órdago fue monumental.

Pese a las adversidades, el Lugo aguantó con orden el empuje de un rival que no acertaba a encontrar el camino hacia la victoria. Hasta que el caprichoso destino quiso que José Juan fallase cuando los rojiblancos ya se relamían pensando en un empate legendario. Qué se le va a hacer.

Goles: 1-0, min 84: Verdés.

Árbitro: Sureda Cuenca (Colegio balear). Expulsó con roja directa a Borja Gómez en el minuto 23 y a Manu, por doble cartulina, en el 74. Amonestó a Djené y Verdés por los locales, y a De Coz e Iriome por los visitantes.

Incidencias: Partido disputado en Santo Domingo ante 2.340 espectadores.

Falcón, Djené (Máyor, min 53), Verdés, Chema, Bellvís, Nagore, Martínez (Anderson, min 76), Fausto, Guichón (Álvaro Rey, min 60), David Rodríguez y Óscar Plano

José Juan, De Coz, Pavón, Borja Gómez, Manu, Pita, Seoane, Iriome, David López (Álvaro Peña, min 85), David Ferreiro (Víctor Marco, min 76) y Aganzo (Pelayo, min 69)