El Lugo viajero está ante otra oportunidad de enmienda a domicilio. El Iberostar mallorquín marcará el estado auténtico de un Lugo irregular, víctima de su recesión realizadora y que tendrá que buscar los puntos en su principal sostén de imbatibilidad defensiva, ahora encomendada al último y único hombre de cierre disponible, José Juan. Las lesiones siguen lastrando al equipo rojiblanco, donde el propio Quique Setién se aferraba ayer en la habitual rueda de prensa semanal a una especie de resignación consumada en la interminable ausencia de varios de sus ilustres discípulos: los Aganzo, Valle, etc. Todos ellos siguen de baja y solo el ariete parece contar para salir en la segunda parte. Cada vez existen más dudas entre las expectativas reales de su hipotético peso específico y la realidad reinante. Solo a ellos les corresponde el mentís deseado a una situación tan anómala como no habitual, aunque la realidad sea esa.
David López seguirá siendo duda y está entre algodones de su esguince. Solo la amplitud de la plantilla y el equilibrio de la misma le permiten al cántabro soportar el abanico de lesionados de larga duración. Por eso, insisto, las probabilidades reales del Lugo para seguir sumando puntos están basadas en no encajar goles. No por el perogrullo en sí, sino por la propia realidad que atenaza al equipo rojiblanco de cara al gol. De cualquier forma, tampoco la coincidencia de la visita al Iberostar se antoja como la más oportuna para el equipo forastero. Valery Karpin le ha dado la vuelta al calcetín de su equipo, y ha salvado, por ahora, su cabeza ganando los tres últimos partidos. El Mallorca ha asomado la cabeza por encima del descenso, y para el Lugo será un hándicap más añadido, amén del propio estado del terreno de juego, hierba alta incluida. Lo que parece seguro es que los lucenses tendrán que realizar un partido muy serio si pretenden puntuar, donde la presión y la concentración serán armas imprescindibles para lograr un resultado positivo.