Valientes

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

Martina Miser

03 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A lo largo de mi vida, como otras muchas personas, he tenido ocasión de caminar al lado de alguien cercano que libra la madre de todas las batallas. Esa situación para la que nunca estás preparada, a pesar de ser lo único cierto desde el momento que se produce el milagro de iniciar nuestro ciclo de vida.

Todas ellas despertaron en mí una profunda admiración, que es posible provenga de su entereza y aplomo a la hora de coquetear con las parcas. Y de la sincera creencia de que yo no sería capaz de estar a esa altura que manifiestan.

Compartir tiempo con alguien querido que mira a los ojos a las moiras es un máster vital. Una forma tan dolorosa como efectiva de aprender de qué va esto de vivir. De cómo lo complejo se vuelve muy simple. De prioridades y tiempos perdidos.

Es un proceso de deterioro, por la propia enfermedad y también por los efectos secundarios de la lucha sanitaria contra ella, lleno de dudas. Cómo ayudar o qué decir para aportar un efecto paliativo en una montaña rusa de emociones, dolor, incertidumbres, varapalos, esperas interminables y, también, algunas alegrías.

Hoy, ante el inicio de su tratamiento de radioterapia y quimioterapia, me decía una persona que no temía afrontar todas las consecuencias en su cuerpo. Lo que realmente le preocupaba era no ser capaz de gestionar su mente, de perder el control, fuese el final que fuese. Yo creo que tendría la misma angustiosa preocupación en ese duro trance.

Desde esta modesta columna vaya mi homenaje a todas esas personas valientes que viven un momento así. Desearles, al mismo tiempo, que sus mentes se amarren al timón durante la tempestad y la suerte de arribar a un puerto tranquilo.