Se nos va

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

Una ambulancia llega a la entrada de urgencias del hospital de Barbanza.
Una ambulancia llega a la entrada de urgencias del hospital de Barbanza. CARMELA QUEIJEIRO

19 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Vamos muy rápido y alcanzamos metas inimaginables en todos los campos, sobre todo en aquellos donde la tecnología juega un papel esencial. Pero en esa vorágine de los avances y la comunicación se diluye una de las mayores virtudes del ser humano: la empatía. La capacidad para identificarse y poder compartir los sentimientos de otra persona. Un peaje demasiado alto.

Unos ejemplos. En el servicio de urgencias del hospital comarcal, en la zona con sillones donde algunos pacientes esperan pruebas o el alta, sucedió todo esto en poco más de una hora.

Una pareja de mediana edad —la mujer era la enferma— hablaba a viva voz de sus hitos cotidianos sin importarles molestar a las demás personas que se encontraban en la sala ni preservar su intimidad.

Al poco tiempo llegó una mujer de unos 40 años. Después de acomodarse desenfundó su móvil y comenzó un continuo tecleo, que no sería un problema si no tuviese activado el sonido de las notificaciones al nivel máximo. Lo siguió haciendo con total desprecio a los demás hasta que una persona le afeó su conducta.

Después entró una chica de unos 13 o 14 años acompañada de su madre, a quién ya la enfermera tuvo que repetirle varias veces que no podía sentarse en los sillones para los pacientes porque hacía falta tenerlos disponibles. Maldiciendo por lo bajo se sentó en las sillas para acompañantes.

La niña, que en todo momento se mostró altiva y caprichosa, increpó a una persona de malos modos y después se quejó de que había mucho ruido, cuando ella y su madre no pararon de hablar en tono alto.

El personal sanitario, a su buen hacer, tiene que añadir una gran paciencia.