Y, aún así, Mourinho

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

Jose Mourinho, en la previa de un partido de la Liga de Campeones, en el 2017
Jose Mourinho, en la previa de un partido de la Liga de Campeones, en el 2017 WWW.MANUTD.COM | Europa Press

21 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace diez años ya que José Mourinho se marchó del Real Madrid. De ese momento recuerdo una sensación de derrota, el fin de un gran amor. Por el túnel de vestuarios, así se marchan las cosas grandes de la vida; no como un derribo, sino como un suspiro. Nunca fui tan consciente de la frágil burbuja en que consiste la civilización como ese día. Con el tiempo el Madrid se recuperó. El Madrid es como esa chica brillante que tuvo una época rebelde, pero dejó el fentanilo y a su novio camello y acabó ingeniería. Los hombres llevan peor las rupturas.

Así, José vive ahora en Roma como un rey desterrado, un rey sin reino. Lejos de aquel verano del 2011 donde caminaba por el campo con una capa napoleónica ondeando con los vientos de Chamartín. Qué años nos dio. Irrepetibles. España lo odiaba, yo lo amaba. Este querer asimétrico fue la piedra angular de su estancia aquí. El Madrid era el Cid en coma puesto sobre un caballo, aún asustaba, pero no mataba. Mou llegó con un desfibrilador y con un saco para meter toda la mierda que le echaban, con ella abonó el césped de la que sería la edad de oro del Madrid.

Xosé, en su breve aposento, alcanzó cotas de absoluta gracia que otros entrenadores jamás podrán igualar. Su actitud punk y su descarnado frenesí llegaron al fondo de nuestros corazones, lo que es mucho decir, porque para llegar ellos, si es que existen, hay que atravesar capas y capas de melancolía y ostracismo. Y, aún así, y dado que muchos madridistas estábamos muertos por dentro, lo que hay en lugar de corazón es una roca negra. Y, aún así, nos conmovió.