Las Redeiras de Cambados y el Asorey conquistan cuatro continentes

Serxio González Souto
serxio gonzález CAMBADOS / LA VOZ

AROUSA

Sus bolsas han viajado a Uganda, Cuba, Camboya o Sicilia entre decenas de destinos

27 dic 2023 . Actualizado a las 09:55 h.

De Cambados a Islandia, a Cuba, Uganda o Camboya, sin rimas extrañas y con vocación de difundir la labor que tantas mujeres desempeñaron y desempeñan en los puertos gallegos. Un trabajo duro que tradicionalmente se desarrollaba bajo la lluvia y el sol, tal vez humilde pero no por ello menos importante para que la flota del país del fin del mundo continúe faenando. El proyecto Redeiras nació el año pasado en el seno del instituto Francisco Asorey y, meses después de su lanzamiento, lleva camino ya de dar su primera vuelta al planeta con un planteamiento tan sencillo como efectivo: la confección de una serie de bolsas de tela cuyos propietarios se fotografían con ellas a lo largo de sus viajes y vacaciones. Estas imágenes itinerantes, remitidas al artista plástico Gerardo Rodríguez —conocido por sus dos firmas; Gerardelos y Chere— se reproducen a través de Facebook e Instagram. Las redes, virtuales en este caso, proporcionan visibilidad a la idea, al oficio, a las bolsas y al arte que contienen.

«El proyecto nació con el mural Redeiras, que el curso pasado pintamos en el instituto Asorey», explica Gerardo, que entonces impartía clases en Cambados. Aquel homenaje pictórico a las mujeres de mar fue trasladado al formato de grabado por otra artista, Susana Ferradás, de forma que pudiese ser reproducido en las bolsas de saco que encargó el propio centro arousano. «Fueron doscientas bolsas que el instituto repartió gratuitamente entre la gente que acudió a la inauguración de la exposición Artsorey. Las piezas empezaron a viajar y a recorrer el mundo». Aunque surgió en el último momento, la idea de que sus poseedores enviasen una fotografía con sus Redeiras funcionó como un tiro. «Han estado, que sepamos, en cuatro continentes, en Europa, en Asia, África y América, desde Cuba a las Maldivas o Islandia».

Las bolsas de Redeiras han ascendido con sus dueños a los cráteres del Etna y el Vesubio. Han posado a la sombra de la torre de Pisa y se han encogido de frío a un paso de los glaciares de Islandia. Han conocido a los gorilas en sus últimas reservas de Uganda, caminado los viejos templos de Sicilia, Pompeya y Herculano, y contemplado los homenajes que las calles de Nápoles deparan aún a Maradona y a su leyenda. Redeiras ha disfrutado del David de Miguel Ángel y metido el hocico en varias de las mejores pinacotecas del mundo. Han comido el pulpo de O Carballiño y bailado en As Revenidas y Portamérica, han estado en Doha, en Vietnam y Camboya, han bebido un par de buenos mojitos en La Bodeguita del Medio de La Habana y charlado un rato con la Sirenita de Copenhague.

«Y lo mejor es que las Redeiras siguen viajando», subraya Gerardelos. No hay más que aquellas doscientas bolsas originales. «Así que, si tienes una y no te has dado cuenta, sácale una foto cuando vayas por ahí», recomienda Chere a los potenciales despistados. Quién sabe. Tal vez uno de ellos haga diana en Oceanía.